Inaugurado en 2006 el Costa Concordia fue bautizado como “la nave del confort y el relax”.
Estaba diseñado para que casi 3,800 personas cruzaran el Mediterráneo durante una semana con todo tipo de lujos a bordo. Este impresionante buque disponía de 1,500 camarotes, cubiertas panorámicas y muchas salas inspiradas en distintas ciudades europeas que se reservan al descanso y al entretenimiento.
Pero su principal seña de distinción estaba dedicada al bienestar. Poseía un exclusivo spa, único en el mundo, de más de 6,000 metros cuadrados y que se comunicaba con 55 de las suites más lujosas. El buque tenía tres piscinas, gimnasios, pistas de golf para el día y espectáculos para la noche en un teatro que abarca dos pisos de la proa. Pocas horas después de zarpar de Civitavecchia para recorrer aguas mediterráneas el crucero Costa Concordia colisionó contra unas rocas poniendo fin a una travesía. Al menos diez personas perdieron la vida y otras muchas no podrán olvidar la angustia, tristeza y desconcierto vivido a bordo.
Puro lujo
Pasear por las cubiertas de los grandes trasatlánticos que cruzan el Mediterráneo es un pequeño lujo que muchos de los pasajeros del Concordia se pudieron permitir ahorrando durante meses. Los precios del Costa Concordia, podían contratarse desde 825 euros en adelante.
El gemelo del Concordia, el Costa Serena, se ha quedado solo y seguramente serán menos los viajeros que se atrevan a disfrutar del spa de dos plantas, las piscinas, gimnasios, restaurantes o discotecas. El barco de la compañía Costa Crociere, con 114,500 toneladas tenía capacidad para 3,780 pasajeros y 1,100 miembros de la tripulación. Era un coloso de 294 metros de eslora que podía llegar a mantenerse en el mar durante 11 días, haciendo escala en diversos puertos.
Ahora, este fantasma duerme para siempre.
El buque de lujo que el pasado viernes naufragó en la costa de la Toscana italiana con consecuencias catastróficas, se promocionaba hasta la fecha como una verdadera isla de vacaciones que se había convertido en un destino turístico en sí mismo. La verdadera joya de esta corona flotante era el Samsara Spa, un área de bienestar de casi dos mil metros cuadrados, en cuyo centro se encuentra una magnífica piscina. Muchos de los camarotes y suites del Costa Concordia tenían acceso directo a este balneario, el más grande a bordo de un crucero del mundo, adaptable al clima mediante un techo de cristal.
Otros sofisticados espacios, como el Bar Sport o el cine al aire libre, junto con 1,430 cabinas, más de 500 de ellas con balcón privado, cinco restaurantes, pista deportiva, casino, teatro y cubiertas espaciosas y panorámicas, lo bautizaron como símbolo de la armonía entre los pueblos, por su homenaje a algunas de las ciudades más significativas de Europa.
Se trataba de uno de los barcos más solicitados por los viajeros que buscaban serenidad, diversión o unas vacaciones especiales.