El joven Juan Ramón Ramos Rodríguez deja de vez en cuando sus obligaciones de abogado para convertirse por una hora en el sobrino del Tío Ruperto, un folclórico personaje de la televisión encarnado por su padre.
De él heredó su nombre y la vocación artística. “Nos llamamos igual, la diferencia es que el segundo apellido de mi papá es Jiménez y el mío es Rodríguez; para distinguirnos a él le dicen únicamente JR”, dice el profesional de las leyes.
Aclara además que la estrella del programa que se transmite por TVH en San Pedro Sula es el Tío Ruperto, un campesino inocentón a quien no le importa rascarse frente a las cámaras de televisión porque lo ve como algo muy normal.
“Yo lo que hago es hacer reír al Tío Ruperto”, dice el abogado. También lee los mensajitos que los televidentes le envían a su tío por el celular y le reclama a veces por su ignorancia o por su actitud irrespetuosa. De repente el Tío Ruperto se enoja y saca su guarizama para dar un planazo en la mesa. “Las rancheras del Tío Ruperto” es el nombre del programa en el que alternan padre e hijo para divertir a los televidentes con un diálogo humorístico entre una y otra canción.
El padre viene del campo
El Tío Ruperto es en la vida real un polifacético hombre de 59 años que la hace hasta de cronista deportivo. Narra partidos de fútbol, ha dirigido diferentes programas deportivos por radio y televisión desde joven y es productor de anuncios.
JF, como le dicen en el ambiente deportivo, dejó su profesión de contador para trabajar en los medios electrónicos en los que metió también a su hijo desde que este era niño.
Muchas de sus ocurrencias caracterizando al Tío Ruperto con su hablado campesino, vienen de vivencias de su infancia en el campo a las que le ha puesto un toque de humor. Incluso la forma de bailar las rancheras en el programa es de su padre, un hombre de montaña adentro con el que se crió hasta los 13 años cuando se vino para la ciudad. “Mi papá me ponía un sombrero, me daba un machete y me llevaba a trabajar. Yo le decía que quería ser médico y como no me quiso poner a estudiar me le vine para San Pedro, donde estudié para contador”.
Sin embargo, su futuro estaba en los medios de comunicación y el arte dramático. Dice que aprendió las principales técnicas de la actuación leyendo cuanto libro caía en sus manos sobre teatro. Lo demás lo hizo la vena artística que trae en su sangre.
“En cuanto me pongo el sombrero y las botas de hule, dejo de ser yo y me convierto en el Tío Ruperto, un campesino sin malicia que siempre carga su machete y un cumbo lleno de timochenko (una bebida típica de Copán)”.
Cuando su sobrino lo regaña porque se está rascando donde no debe, el Tío Ruperto contesta con un tono de ingenuidad campesina: “es que me estoy rascando la cigarrera”, luego celebra su ocurrencia con un: “ja, je, ji, jo, ju”.
De vez en cuando los televidentes llaman al canal para pedirle un bigotazo, un beso que lanza cerca de la cámara poniendo los labios en forma de ocho y moviendo su enorme mostacho postizo.
El artista recuerda que cierta vez que tenía en su programa como invitada a la representante del grupo Los Temerarios de México, Adriana Triminio, en uno de sus bruscos movimientos se le cayó el sombrero y se le despegó su bigote. Tuvo que mandar a comerciales para corregir el problema, el cual pasó inadvertido por la invitada.
“En televisión se viven momentos de mucho aprieto cuando uno está al aire. En otra ocasión estábamos simulando una lunada sentados sobre un tronco, y el sobrino travieso rodó el tronco en el momento en que yo me iba a sentar. Me fui de espaldas y pegué con una de las piezas decorativas del set que se vino abajo. Tuvieron que cortar para revisar si el Tío tenía alguna lesión o herida”.
El Tío Ruperto surgió en la radio, donde JR hacía también otros personajes en forma simultánea por su capacidad de imitar varias voces al mismo tiempo al estilo de los Polivoces.
También se destacó como cronista deportivo en los tiempos de conocidos comunicadores como Octavio J. Zepeda y Carlos Mario Herrera, quien fue uno de sus maestros en la rama de la locución.
Recuerda que cuando trabajaba en Radio Norte, Octavio J. Zepeda le llamaba JR el grande. “Sos inmenso, no cabés por esa puerta”, le decía el fallecido periodista cada vez que lo encontraba.
Por haber sido presentador de programas serios como Línea Deportiva, JR actúa también en TVH como presentador emergente. “Cuando falta alguien en el programa deportivo, agarro el saco y la corbata y allí voy al aire”.
No obstante que el Tío Ruperto tiene solamente ocho meses de estar en la televisión, la gente ya lo conoce. Recuerda JR que recientemente iba para el canal con su hijo cuando los detuvieron unos agentes de Tránsito porque el carro en el que se conducían no portaba placas, aunque sí tenía los papeles.
Al revisar el vehículo uno de los policías encontró en el asiento trasero una rara vestimenta, una peluca y un machete, por lo que de inmediato le gritó a su compañero: “¡Encontré algo raro!”.
“Nosotros les explicamos que íbamos a un programa de televisión y que yo era el Tío Ruperto. Entonces uno de ellos exclamó: ¡qué sorpresa! mira a quien tenemos aquí y el otro dijo: apresúrese tío, que va a llegar tarde”.
A los siete años el hijo grabó el primer anuncio
“El programa surgió como una idea de los administradores del canal, de mi papá y mía para divertir a los televidentes con algo diferente y sano en tiempos en que solo se habla de violencia”, dijo el abogado Juan Ramón Ramos Rodríguez al referirse al programa Las Rancheras del Tío Ruperto.
Comentó que como su padre es periodista radial, lo llevaba a la emisora desde que él era niño para usar su voz en anuncios infantiles.
“A los siete años grabé el primer anuncio”, dijo el abogado de 33 años.
Luego, en la adolescencia lo introdujo en Canal 6, donde trabajó como técnico. “No me gustaba aparecer en pantalla, hasta que tuve que acompañar a mi papá en Canal 69 en un programa deportivo”.
Ambos estuvieron también en Maya TV dirigiendo el programa Lo Nuestro, que era de corte cultural, y Fantástica Navidad en el 33, solo para mencionar unos pocos, dijo.
No obstante que le ha gustado ese trabajo de la radio y la televisión, Juan Ramón hijo no descuidó su formación profesional y siguió estudiando hasta graduarse como abogado en el entonces Centro Universitario Regional del Norte, Curn.
Actualmente se dedica a litigar y a trabajar como asesor legal de una compañía de seguros.
El tiempo libre después de su trabajo como profesional del Derecho lo invierte en apoyar a su padre como artista de la televisión y productor publicitario.
Muchos de los asiduos televidentes de TVH no saben que el sobrino del Tío Ruperto es en realidad su propio hijo.