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75 años del'King”

  • 10 enero 2010 /

La década de los 70 sigue bien viva y preservada en la blanca mansión del bulevar Elvis Presley, en la “ciudad del blues” Memphis, del estado norteamericano de Tennessee que se ha convertido ya en un símbolo de la vida del “rey del rock’n roll”.

La década de los 70 sigue bien viva y preservada en la blanca mansión del bulevar Elvis Presley, en la “ciudad del blues” Memphis, del estado norteamericano de Tennessee que se ha convertido ya en un símbolo de la vida del “rey del rock’n roll”.

Hasta el propio “rey” parece estar aún vivo en Graceland, el lugar de peregrinaje al que cientos de miles de fans acuden cada año a recordar a Elvis, quien el 8 de enero habría cumplido 75 años. Graceland fue el lugar donde Elvis fue hallado muerto el 16 de agosto de 1977, a los 42 años, solo y adicto a los medicamentos.

Desde aquel día, el tiempo parece haberse parado en el que fuera su hogar, donde se mantiene intacta la decoración kitsch típica de los 70, con estridentes colores, terciopelo, múltiples espejos y lámparas de araña de cristal.

Tanto en su cumpleaños como en el aniversario de su muerte, unos 50 mil fans suelen marchar en una procesión con velas por los terrenos de Graceland. Los tours guiados por la mansión y los souvenirs de Elvis reportan a la empresa encargada de su gestión, Elvis Presley Enterprises, decenas de millones de dólares anuales. Resulta difícil imaginar a Elvis con 75 años. Quizás sería un hombre grueso con pelo blanco, como tantos de sus amigos de la infancia en Tupelo, Mississippi.

Uno de ellos, el afroamericano Sam Bell, recuerda cómo él y Elvis eran inseparables de niños, incluso en el segregado sur de Estados Unidos. Cuando iban al cine, Sam y Elvis tenían que ingresar por entradas separadas para blancos y negros.

“Pero en cuanto las luces se apagaban, Elvis trepaba la barrera para sentarse a mi lado”, asegura. “Elvis solía cargar una escoba y jugar a que era una guitarra”, sonríe su antiguo amigo.

Sara Ann Patterson es una de las más famosas “chicas de Elvis” de Tupelo. Nunca fue su novia, pero guarda un recuerdo indeleble: fue besada por el “rey”. Tenía 15 años y logró meterse en los bastidores tras un concierto en Tupelo, donde recibió un abrazo y un beso de la ya entonces estrella del rock.

“Fue increíble”, recuerda Patterson, hoy de 68 años. “Casi se me para el corazón, fui la envidia de todas mis compañeras de clase y recibí cartas de fans de todas partes del mundo”. Asegura que vistió la ropa que llevaba en el concierto hasta que se cayó a pedazos.

En 1948, Elvis interpretó una canción de despedida en el instituto Milam Junior High de Tupelo con su guitarra de siete dólares y se mudó junto con su familia a Memphis.

En el sótano de la nueva vivienda familiar, Elvis practicaba sus canciones y la guitarra. Su pasión por todo tipo de música empezó a crecer y escuchaba desde el gospel procedente de las iglesias de la ciudad hasta el salvaje blues que atronaba desde los famosos clubes de la calle Beale de Memphis.

Solía visitar sesiones nocturnas de gospel en el Auditorio Ellis, donde observó los apasionados movimientos de los cantantes negros y quedó impactado por la espiritualidad de la música religiosa. El gospel sería ya por siempre su música favorita.

En 1953, acabó el instituto y consiguió un trabajo como conductor de camiones. Sólo unas semanas después, el joven de 18 años entró en el estudio Sun Records con cuatro dólares en el bolsillo para grabar una balada.

Esperaba poder encontrarse con el legendario productor Sam Phillips, quien había lanzado la carrera de leyendas del blues como BB King o Chester Burnette.

Sin embargo, sólo estaba su secretaria, Marion Keisker. “¿Como quién suenas?”, le preguntó. “No sueno como nadie”, le replicó Elvis en una conversación que ya ha ingresado en la historia.

Keisker quedó impresionada, pero a su jefe no acababa de convencerle. Tardó un año en invitar de nuevo a Elvis a una sesión de estudio, porque necesitaba un cantante. Los nervios le fallaron a Elvis y no se puede decir que la sesión fuera un éxito. Pero hacia la medianoche, tras una pausa de la banda, logró vencer su timidez, agarrar el micrófono y soltarse con un viejo blues. Acababa de grabar su primer éxito, “Thats Alright”.

Dos años más tarde, Elvis ya era una superestrella. Causaba estragos -y escándalos- con sus elocuentes movimientos de cadera y su estilo de música “negra”. Había nacido la leyenda del Rey del Rock’n Roll. Una fascinación que décadas después continúa invariable. DPA