Los príncipes de Asturias cumplieron con la tradición centenaria y presentaron ayer ante la Virgen de Atocha a su segunda hija, la infanta Sofía, para pedir su protección.
En la ceremonia, oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se cumplió con una tradición de la familia real española que se remonta al siglo XVI.
El príncipe Felipe y la princesa Letizia, vestida con un traje blanco, llegaron a la Basílica de Atocha, donde decenas de asistentes llenaron los bancos del templo para ver cómo la infanta Sofía, de casi cinco meses, era alzada ante la Virgen en brazos del príncipe Felipe.
La niña, vestida con un faldón blanco y con una cruz de oro al cuello, se mantuvo tranquila y no lloró en ningún momento de la ceremonia. En algunos instantes bostezó y más aún cuando fue captada por los fotógrafos durante el posado oficial.
El acto
'Virgen de Atocha, consuelo de los que te invocan, haz que esta hija tuya, la infanta Sofía, lleve siempre en su corazón el amor a ti, nuestra madre común del cielo, el amor a sus padres y el amor a todos los españoles, especialmente a los más necesitados,' dijo el arzobispo Rouco Varela, quien también bautizó a Sofía y a su hermana mayor, Leonor.
La leyenda dice que la pequeña estatua de la Virgen, de color negro que está sentada sobre un trono y sujeta al niño Jesús con una mano y en otra una manzana, símbolo de la redención, llegó de Antioquía en el siglo X.
Es la tercera vez que Felipe y Letizia van al templo de la ciudad de Barcelona donde se venera a la patrona.
Estuvieron en la basílica de Atocha inmediatamente después de contraer matrimonio en la catedral de La Almudena, la lluviosa mañana del 22 de mayo de 2004, para ofrecer a la imagen bizantina el ramo de novia. La segunda vez fue cuando presentaron a Leonor.
Durante la misa y en la toma de fotos oficiales, Sofía estuvo algo adormitada y bostezando con admirable ternura.