Si pudiera empezar otra vez, el británico Rupert Everett “nunca jamás” se dedicaría a la interpretación porque es una profesión “muy difícil” para los homosexuales.
En una entrevista con EFE, el actor ha explicado que Hollywood es un lugar adverso para un joven intérprete que ha reconocido su homosexualidad.
Everett, que se encuentra en Madrid porque la revista Shangay Express le ha concedido el Premio Especial Shangay Internacional, se arrepiente de “muchas cosas” de su vida y cambiaría su profesión por otra relacionada con los dibujos animados, pero “volvería a salir del armario”.
“Reconocer o no tu homosexualidad depende de lo honesto que quieras ser en la vida. Yo encontraba muy desagradable la idea de vivir una mentira porque hubiera significado no respetarme a mí mismo”, ha sostenido el actor de “La boda de mi mejor amigo”.
“No hay más actores homosexuales reconocidos en Hollywood porque es malo para el negocio”, ha apuntado Everett, quien considera que hay unos cuantos intérpretes en el armario que prefieren vivir su sexualidad en la intimidad de su casa, “a kilómetros de distancia de cualquier lugar”.
“Hollywood es el centro de lo políticamente correcto. Nadie puede decir nada malo, pero es un lugar muy malo para ser un actor gay.
Puedes ser un ejecutivo de estudio gay, o un escritor gay, o un actor mayor gay, pero no uno joven”, ha reconocido.
Revelación
Everett, de 50 años, ha asegurado que los actores homosexuales empiezan a lograr buenos papeles cuando envejecen y dejan de “ser menos amenazadores como animales sexuales”.
El actor de “Otro país” ha negado que esté cansado del cine, pero quiere que le ofrezcan proyectos interesantes: “Me encantan las películas que me lleguen, que me hagan el amor, pero todavía no hay nada como eso, nada que me eleve”.
Eso sí, Everett tiene claro un papel que hubiera bordado: el interpretado por Jeremy Irons en “La misión”.
“Fui educado por los jesuitas, así que es un personaje que hubiera podido interpretar mucho mejor que Jeremy Irons, ya que al ser protestante nunca podría entender la locura del catolicismo tan bien como un católico”, ha apuntado.
En cuanto a los altibajos de su carrera, Everett ha reconocido que en sus comienzos estaba loco, tomaba drogas y era difícil, pero recordó que ha trabajado muy duro y que lo más perjudicial para su trayectoria ha sido el haber reconocido su homosexualidad, el “no pertenecer al club” de Hollywood. “Hay muy pocos actores que no hayan sufrido un desastre tremendo en sus carreras porque este oficio es de subidas y bajadas y eso te deja emocionalmente sin fuerzas, es agotador. En un momento te adoran, al siguiente te odian y después vuelven a quererte”, ha afirmado.
Sin embargo, este inglés que se define como “temperamental, gracioso y difícil” está “encantado” de tener que pelear para seguir adelante porque “si dejas de luchar, te vuelves un blando”.
En los planes de su lucha entra protagonizar una película sobre un político inglés que tenía una relación homosexual paralela a su matrimonio y que intentó asesinar a su amante.
Debe saber
Ruppert captó la atención del público en 1982 cuando interpretó a un joven estudiante abiertamente homosexual en la película “Otro país”.
Desde ahí ha aparecido en diferentes películas en el rol de homosexual como “La boda de mi mejor amigo” (1997), con Madonna en “Algo casi perfecto”, 2000, y también fue la voz del príncipe encantador en “Shrek”.