Se dice que con los suegros siempre tendrás problemas, que las mujeres no son muy queridas por las mamás de sus maridos y que a la familia política es mejor verla “de lejitos”.
Estos mitos han formado una barrera mental entre nueras y suegros, aun sin haberse dado la oportunidad de convivir sanamente ni considerar que hay reglas de oro que no deben romperse para ambas partes.
Espacio y límites para todos
“Lo que nunca debe hacerse es confundir el hecho de establecer un límite con marcar un territorio”, indica Patricia Chong Alanís, psicóloga especialista en el área familiar. “Hay mujeres que le dicen a sus suegros: ‘Ahora él es mi pareja, esta es mi familia y no se meta’. Y marcamos un muro. Añade que al “casarse” las familias habrá necesidad de establecer espacios, roles y límites con claridad, hasta dónde sí y hasta dónde no pueden los suegros intervenir.
“Cuando quiero imponer mi supremacía ante esta situación y marcar mi territorio aparecen los problemas, porque el hijo de tus suegros nunca dejará de ser su hijo, y tienes que recordar que antes de ser marido fue hijo”. Hay mujeres que sí permiten que su mamá se inmiscuya, pero no su suegra.
“Algo que tampoco se debería hacer es caer en el juego de la triangulación dentro de la comunicación con la pareja, con frases como ‘es que tu mamá dijo que... o lo que tus papás deberían hacer es...’, porque entonces entramos en la crítica constante de lo que debería o no hacer la otra familia, y esto genera mucho desgaste emocional. La solución es el respeto de nuestras diferencias en educación, la estructura, el estilo y el funcionamiento de una familia”.
Las mujeres que son controladoras por lo general tienen problemas con sus suegras.
Posesión extrema
“Uno de los errores más graves de las mujeres controladoras es ese sentido de posesión de la pareja: pensar que ya no es parte de la otra familia, que ahora solo es suyo y de sus hijos, que él se debe olvidar del resto de su familia.
“Creo que esto sería algo de lo más grave, porque no solamente afecta a la pareja, sino a los hijos cuando no pueden ver sus abuelos”, expresa. Pero en la opinión de la especialista, el hecho de que existan problemas entre la pareja por la convivencia con los suegros no se puede adjudicar a estos. “Más bien es un problema propio de la pareja el no poder manejar las diferencias entre un conflicto interno y uno externo. Llevarse mal con los suegros es un conflicto externo. Si lo llevamos hasta la alcoba, entonces nosotros lo estamos haciendo más grande”.
La tarea de los suegros
Sin embargo, los suegros también tienen parte en la responsabilidad de mantener una buena relación con su nuera.
“Ellos deben comprender que se integra alguien a su familia y no pensar que la nuera es una persona que les va a quitar al hijo.
“Algunos hasta dicen: ‘Estoy ganando una hija’, y no solamente lo dicen, sino que hacen un esfuerzo para que se establezcan relaciones favorables”.
Enseñanza para todos
Los suegros quieren intervenir en la dinámica de la pareja sin ninguna mala intención, porque ven que su nuera no sabe hacer muchas cosas. “A veces las mamás decimos: ‘Es que ella no sabe cómo cuidar a mi hijo’, ‘no sabe cómo atender una casa’ o ‘cómo educar a los hijos’”.
“Y puede ser que en realidad no sepa, pero lo va a aprender, así como nosotras lo aprendimos a su tiempo. Se nos olvida cuando estábamos del otro lado, que pasamos por esas etapas en donde tuvimos que aprender a adaptarnos a esa nueva forma de vida”. Los suegros deben tener la suficiente paciencia para respetar el tiempo y ritmo que requiere la nueva pareja, guardar su distancia y sus espacios y no romper los límites.
La especialista explica que en su consulta diaria ha tenido la visita de mujeres que le confiesan pensar más en el cariño de sus nueras y nietos que en el de sus propios hijos.