Lupita Nyong’o no podía creer su mala suerte cuando leyó el guion de la secuela de ‘Un lugar tranquilo’ y se dio cuenta de que era el proyecto perfecto para regresar al género del terror que tanto le gusta, pero había un gran inconveniente: le obligaría a trabajar con un gato, y a ella le aterraban.
La actriz hizo todo lo posible para que cambiaran el guion y poder librarse de ese compañero de reparto tan incómodo. Cuando quedó claro que el hecho de que su personaje tuviera una mascota resultaba integral para su desarrollo en el marco de la historia, ella propuso que sustituyeran el gato por un armadillo, pero no hubo suerte.
No está claro si la sugerencia de Lupita fue descartada porque al director Michael Sarnoski le parecía que resultaba un animal de compañía poco creíble en la ciudad de Nueva York, donde se desarrolla la acción, o si creía que el público se vincularía menos a nivel emocional con un mamífero que lleva a cuesta su propio caparazón que con un adorable minino, pero al final ella tuvo que acudir a terapia antes del rodaje.
“Tuve que aprender mucho sobre mí misma, sobre ese animal, antes de sentirme cómoda para hacerlo”, ha confesado a la revista Glamour.
LEA: Mamie Laverock, actriz del canal Hallmark, cae de un quinto piso
Eventualmente, Lupita pudo superar su miedo y acabó comprendiendo muy bien a los amantes de los felinos. En realidad, la conversión no fue automática; primero tuvo que vivir una ruptura bastante pública -con el actor Selema Masekela, por un engaño del que nunca dio más detalles- para animarse a adoptar un gato atigrado de dos años llamado Yoyo, que le ha robado el corazón.
“Mi gato me enseña a relajarme. Se pasa el día tumbado. De vez en cuando se levanta y hace ese estiramiento de gato. Y es tan elegante que me recuerda que debo levantarme y estirarme”, señala en una entrevista para la revista Glamour.
Ahora Lupita frecuenta cafés para gatos, y es de ese tipo de personas que compran cualquier objeto relacionado con ellos: una chapa con el eslogan ‘mamá de un gato’, calcetines adornados con sus caras, una pegatina para su ordenador... Pero su obsesión tiene un significado más profundo.
Puede que la llegada a su vida de Yoyo justo después de que se quedara soltera pueda parecer un tópico, pero a ella la sacó de una temporada muy oscura marcada por el desamor: “Supongo que el mejor antídoto para cuando te sientes poco cuidado es cuidar de algo. Y yo cuidé de Yoyo, y él me abrió el corazón”, reconoce.