La fama de George Michael no decrece. Aunque desde 2004, con “Patience”, no haya alumbrado ningún álbum con material original, su público sigue esperándolo con ansiedad.
Hasta el extremo de que cuando estrena el DVD de su última gira mundial y una nueva versión del tema navideño “December song” (Island Records) -a la venta desde el 14 de diciembre-, acompañado de un videoclip que lleva su firma, el cantante se convierte en una gran noticia.
Hoy tiene mejor pinta que hace cuatro años. Está más grande y más fuerte.
“Aquellos días probablemente estuviera más colocado. Vivía sobre una combinación equilibrada de Starbucks y marihuana”, dice mientras se lía un porro. En la mesa que tiene delante hay un paquete de hierba y media docena de píldoras.
¿Para qué son las píldoras?, le pregunta el reportero que lo entrevista. “Métete en tus asuntos. No; unas son vitaminas; otras son para no fumar y otras para la espalda”.
En los malos tiempos del pasado calcula que se fumaba unos 25 porros cada día, y le preocupaba causar a su voz un daño irreversible.
“Ahora me hago unos siete u ocho al día”. Fue un alivio para él descubrir en la gira mundial que comenzó en 2006 que podía cantar tan bien como siempre. Su voz está más madura, algo más profunda, más rica.
“Estoy muy orgulloso del DVD en directo”, asegura.
Para el cantante, su última gira y el DVD representan la culminación de una fase de su carrera, aunque no está dispuesto a decir dónde empieza la nueva ni con qué.
Lo único que declara es que los álbumes son cosas del pasado y que hoy hay que trabajar para un mercado que escucha canciones, no discos.
“Lo único que quiero ahora es un poco más de integración en cuanto a quién realmente soy. Llevo 10 o 12 años de vida como gay reconocido y soy una persona diferente. Creo que hay cosas de mi experiencia que podrían resultar útiles a otras personas y ya no me basta con salir sólo con un disco de éxito”, expresa.
Sus amigos, preocupados
Parece que la vida de George Michael se tambalea. Sus continuos excesos han hecho que sus amigos más cercanos, entre los que se encuentra la pareja del cantante Elton John, David Furnish, se pongan en alerta y comiencen a preocuparse por el estado físico y anímico de George. A pesar de que le han brindado incondicionalmente su ayuda para dejar de lado alguna de sus adicciones parece que George quiere que le dejen vivir su vida a su manera.