20/12/2025
11:05 PM

Diego Luna: 'Mi prioridad son mis hijos”

  • Actualizado: 28 junio 2014 /

Para el mexicano, es un éxito la libertad con la que expresa en el cine lo que piensa, situarse en diferentes ambientes y el hacer eco entre la gente.

México.

Su crecimiento personal y profesional, atestiguado por la opinión pública desde que era un niño, ha quedado manifiesto en cada nueva aventura profesional que Diego Luna ha emprendido.

“Mi trabajo es una huella que se va dejando y yo sin duda relaciono los momentos de mi vida con el proyecto que haya estado haciendo en cada momento”, asegura.

Sin embargo, sin importar que es una estrella internacional que cuenta con más de un cuarto de siglo de carrera, una casa productora y tres películas como director, J.C. Chávez (2007), Abel (2010) y César Chávez (2014), las prioridades en la vida del actor de 34 años están muy claras.

“Hay en realidad una sola cosa importante, por lo menos para mí, que son mis hijos. Después viene todo lo demás”, afirma.

Por ello, aunque algunas huellas permanezcan, como ocurrió con el fenómeno de los Charolastras gracias al éxito de Y Tu Mamá También (2001), es su etapa más reciente, como creador, la que deja ver un poco más al Diego a quien Jerónimo y Fiona conocen simplemente como su papá. “Siento que cuando volteo hacia atrás estos últimos años, estas tres películas que he hecho como director hablan de ese cambio tan grande que he tenido, que es pasar a ver la vida desde el ángulo de los padres”, afirma.

Dirigir lo conecta con ser papá

“Sin duda para tener una conciencia de comunidad, convertirme en padre ha cambiado mi manera de relacionarme con lo que me rodea. Todo lo analizas en relación a otro ser o a otros. Es inevitable no vivir más pendiente del prójimo”, comenta el padre de un varón de cinco y una niña de tres respectivamente y que son producto de la relación con su expareja, Camila Sodi.

“Tú ves a un padre caminando y analizas su situación, porque sabes qué hay detrás de lo que le está pasando”, añade.

Esa capacidad para observar tanto lo individual como lo grupal, y su particular forma de hacerlo a través del oficio de contar historias, lo ha colocado en un sitio privilegiado que le permite conectar con su público en distintos niveles.

El mejor ejemplo de cómo la labor de Diego reflejó la perspectiva que trajo consigo la paternidad es la película Abel, planeada originalmente como una comedia sobre un niño que se creía su papá.

“Esa película es la declaración de qué padre no quiero ser, y eso está representado en el personaje de José María Yázpik, y una reflexión sobre qué pasa cuando un hijo tiene que crecer con la ausencia paterna o materna, qué genera eso”, explica.

En la historia, el niño quiere tener un hijo con su mamá y se cree padre de sus hermanos, situaciones que causan desconcierto y hablan de la profunda soledad que experimenta Abel, haciendo que el filme se torne triste.

“Cuando la escribí me parecía muy simpática, hasta que cuando empecé a filmar yo ya tenía un hijo y me dejó de dar risa. Se volvió más un drama que una comedia. No estaba como cuando la empezamos a escribir, hablando de algo que me imaginaba”.

Antes estuvo el documental J.C. Chávez y este año estrenó la cinta César Chávez, que son también exploraciones sobre la relación paterno filial.

La primera habla sobre un joven boxeador que sigue los pasos de su padre y la segunda sobre el conflicto de un adolescente que padece la ausencia de su padre, quien está enfrascado en una batalla social.

“De alguna forma el dirigir está conectado con la paternidad. Pocas veces sientes que algo es tan tuyo y a mí pocas veces mi trabajo me ha importado tanto. Como productor o director, te involucras desde el origen, vives los problemas, entiendes las condiciones. Es una experiencia total, completamente redonda”, enfatiza.