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Caos en la boda real

  • 19 marzo 2011 /

Redacción. Ninguna boda, y mucho menos si sus protagonistas son de la realeza, está exenta de los terribles conflictos en cuanto a organización y toma de decisiones.

Redacción. Ninguna boda, y mucho menos si sus protagonistas son de la realeza, está exenta de los terribles conflictos en cuanto a organización y toma de decisiones. El enlace real más esperado del nuevo siglo entre el príncipe William de Inglaterra y su prometida Catherine Middleton es prueba absoluta de ello.

Varias revistas de prensa rosa han publicado que la reina Isabel II de Inglaterra ha reprendido a su nieto por querer librarse de la tradición real y él, además, está empecinado en convidar a algunas allegados a la casa real que no son tan gratos para la monarquía británica y más aún por querer prescindir de algunos detalles que son de estricto protoloco real.

Según la revista colombiana Jet Set, Yvonne Yorke, una periodista especializada en realeza y muy bien informada del diario Hufftington Post, afirma que el gran disgusto de los preparativos lo tuvo la abuela de William, la reina Isabel II, quien puso el grito en el cielo al saber que él estaba tomando decisiones sin contar con su opinión. Y no era para menos: en casi 60 años de reinado ella ha planeado más de un matrimonio real y, a fin de cuentas, es la que paga.

Enérgica

“¿Piensas llegar en bicicleta a la abadía? ¿En qué momento dejarás de ser tan moderno y comenzarás a ser realista?”. Así, según testigos, le dijo por teléfono la furiosa monarca a su nieto cuando se enteró de que, rompiendo toda una tradición, él había resuelto que su novia Kate Middleton llegara en carro y no en carroza de cristal tirada por caballos a la Abadía de Westminster, escenario del enlace.

Quizás él lo hizo por ahorrar costos, pero en su sabiduría, la reina le hizo ver que un auto salía más caro que el pomposo desfile en carruaje escoltado por la caballería de la casa real, que ese día, de todos modos, estará de guardia.

En fin, el carruaje de cuento de hadas se queda, así la novia sea alérgica a los caballos, que fue, según se rumora en Londres, la real razón de William para eliminarla.

Eso sí, Isabel y el príncipe estuvieron de acuerdo en que luego de la ceremonia los nuevos esposos recorran las calles londinenses en otro coche destapado para que la multitud los aclame. Ya en el palacio de Buckingham, se presentarán desde el balcón principal con la familia real en pleno.

Indignación

Pero esa no es la mayor molestia de Isabel II, sino la atención a los invitados. Usualmente se ofrece un brunch servido en Buckingham para no más de 130 personas.

William, en su afán modernizante, quiere que sea un bufé, lo cual la reina está considerando porque los detesta. Como esta vez serán 300 los asistentes al convite, ella pregunta: ¿por qué tiene que recibir tal cantidad de gente en su casa?, asegura Yvonne Yorke.

Ya en la noche, Carlos, príncipe de Gales, padre del novio, será el anfitrión de una elegante cena y del baile. Lo malo es que hay preocupación porque la cocina de Buckingham es pequeña y quedará muy poco tiempo, una vez terminado el almuerzo, a las tres y media de la tarde, para lavar tanta loza y disponer la velada.

Ante tanto desorden, la reina tomó las riendas y ordenó ser informada hasta del mínimo detalle.

Los invitados

La lista de convocados también ha causado más de un disgusto en la familia real. Dada la crisis económica de Gran Bretaña, la boda será austera y la ceremonia no contará con los 3,600 convidados de Carlos de Gales y Diana en su día, sino con 600.

Pero la tarjeta que todos quieren tener es la de la recepción de gala, sólo para 300 miembros de la crema y nata. Los novios se han visto bajo gran presión, pues sólo podrán proponer a 200 invitados, cien cada uno, y los otros cien los impondrá Carlos.

Según le dijo al Daily Mail un empleado palaciego, no es de esperar la presencia de personalidades como los presidentes Barack Obama o Nicolas Sarkozy, dado que William aún no es soberano ni heredero de la corona y no se trata de una ocasión de Estado.

El príncipe, asimismo, quiere celebrar su boda con el pueblo y parece que sorteará algunas invitaciones entre ciudadanos del común y convocará a Westminster a muchos de sus colaboradores en sus 21 obras de caridad, para las cuales ha pedido donaciones en reemplazo de regalos. Se espera la presencia de representantes de la realeza europea, en su totalidad emparentada con el novio.

El Mail publicó, además, una lista según la cual William invitó a muchos aristócratas, a todas sus ex novias, sus ex condiscípulos en la Universidad de St. Andrews, al primer ministro canadiense Stephen Harper, con quien tiene mucha empatía, y al magnate inglés Richard Branson.

De todo un poco hay en la boda real de semiestado en Inglaterra y Vivir en Rosa también tiene la lista de expertos que harán realidad cada detalle del enlace más esperado del siglo.

Los no gratos

Pleito de primos

La princesa Michael de Kent, esposa del príncipe Michael de Kent, primo de la reina Isabel II de Inglaterra, tampoco ha sido invitada al enlace real. Esto se debe a que el príncipe Carlos de Gales la detesta porque ella se atrevió a corregirle en público su pronunciación del alemán, su lengua natal. William tiene muy buena relación con ellos.

Disgusto para la reina

El más sonado enojo es el de Sarah Ferguson, la ex esposa del príncipe Andrés, tío del novio, excluida desde hace años de la familia real por sus escándalos. En principio se dio por descontado que no sería invitada, pero William insistió por la amistad que tuvo con Lady Diana y porque es la madre de sus queridas primas, las princesas Beatriz y Eugenia.

Los detalles detrás del esperado enlace de la monarquía británica

La reina Isabel de Gran Bretaña envió hace tres semanas cerca de 2,000 invitaciones, con relieves dorados, a la boda de su nieto el príncipe William con Kate Middleton del 29 de abril.

Las participaciones llevan la marca EIIR de la reina grabada en oro.

A unas 1,900 personas, entre familiares, amigos, dignatarios extranjeros, diplomáticos y soldados, se les pidió asistir al servicio religioso en la abadía de Westminster.

Unos 600 tendrán la oportunidad de disfrutar de una recepción en el Palacio de Buckingham con la reina, mientras que un grupo aún más selecto de unos 300 participará de un banquete ofrecido por el príncipe Carlos, padre de William.

El arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams, será el encargado de oficiar la boda, según confirmó el Palacio de St James.

Las fuentes informaron también de algunos detalles del recorrido que hará la novia antes de llegar a la Abadía de Westminster, y que incluirá lugares emblemáticos del centro de Londres, como The Mall, Horse Guards Parade, Whitehall y Parliament Square.

Al término del servicio religioso, los recién casados regresarán al Palacio de Buckingham, según las fuentes.

Una vez dentro de palacio, será la reina de Inglaterra, Isabel II, la encargada de recibir a la pareja y a varios de los invitados al enlace.

El enlace religioso comenzará a las 11 de la mañana y el deán de Westminster, el reverendo John Hall, oficiará la misa aunque será el arzobispo de Canterbury, quien casará al hijo mayor de Carlos de Inglaterra con Middleton. Según las fuentes, la ceremonia contará también con un tercer religioso, el reverendo Richard Chartres.