El mismo día que asesinan al presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, el abogado hondureño Erasmo Mira Brossa y su esposa Lena se enzarzan en una terrible discusión porque su hija Teti ha decidido casarse con Clemente, un divorciado veinte años mayor que ella y oriundo de El Salvador.
Ahí arranca la última novela del escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, 'Desmoronamiento', concebida como un tríptico sobre la destrucción de una familia, que atrapa al lector desde la primera letra y con un ritmo de diálogos endiablado y que recuerda a las obras teatrales de Tennessee Williams.
En una entrevista con Efe, el autor, nacido en Tegucigalpa en 1957, explica que la idea central de su octava novela es la del desmoronamiento de una 'familia bien' de Honduras, cuyo patriarca es presidente del Partido Nacional y su esposa una mujer acostumbrada a codearse con la clase alta, incapaz de comprender la boda de su hija con un salvadoreño comunista.
A juicio del novelista, 'el inicio del libro es muy intenso y como muy agresivo, porque refleja el conflicto central de la obra; esta relación de amor-odio entre doña Lena y su hija Teti, que se acaba convirtiendo en algo destructivo'.
Castellanos dice que la narración, dividida en tres partes, 'empieza como una sacudida y luego es como una lectura de los escombros'.
Además, a lo largo de las 210 páginas de la novela, el escritor no tiene ningún empacho en mezclar géneros y pasa de los trepidantes diálogos de la primera parte a un epistolario en la segunda y a un monólogo final.
Si bien la acción se inicia en 1963, luego avanza hasta los años setenta y finaliza a principios de los noventa, con un monólogo de un personaje ajeno a la familia Mira Brossa, aunque sí conoce la historia de sus vidas.
Además del conflicto desgarrador que atenaza las vidas de doña Lena y Teti, Castellanos Moya también se pronuncia en su obra sobre los conflictos bélicos que afectaron a El Salvador y a Honduras en las últimas décadas.
En este sentido, explica que 'quería que se viera mi opinión de cómo las mentalidades nacionalistas pueden llevar a la guerra y ser generadoras de violencia y destrucción'.
Precisamente, Horacio Castellanos rememora que 'la chispa que motiva el libro parte de una herida personal', puesto que de niño sufrió la guerra entre El Salvador y Honduras, viviendo en El Salvador, aunque hijo de madre hondureña.
El novelista explica: 'el hecho de experimentar todos esos odios y los bombardeos desde debajo de un colchón me marcó y provocó que con apenas once años me preguntara a dónde pertenecía y así naciera mi fobia hacia todo tipo de nacionalismos'.
Respecto al carácter de los principales personajes de la novela, indica que 'parten de gente que siempre ha estado a mi alrededor' y agrega que 'sólo la hipocresía de nuestras elites explica la profunda corrupción e inviabilidad de nuestras sociedades en Centroamérica'.
Castellanos Moya, que reside en Estados Unidos, se explaya en este punto y resalta que 'Centroamérica ha sido dominada por una elite con una actitud hipócrita de la vida, sin estar nada preocupada por lo esencial'.
El personaje de Lena, por ejemplo -según Castellanos Moya- con 'su mentalidad extremista, su intolerancia y su militancia ferviente contra cualquier causa social, permite explicar cómo estas sociedades entraron en las guerras civiles', en su implicación y en la descomposición que se generó.