Trece años después de American Pie los adolescentes sometidos al imperio de sus hormonas se reencuentran en una cuarta entrega, que los muestra enfrentándose al desafío de la adultez.
Lanzada en 1999, American Pie confirmó el apetito del público por la comedia “clase R” estadounidense, es decir las prohibidas a los menores de 17 años que no estén acompañados de un adulto. El filme, célebre por una erótica escena de Jason Biggs con una tarta de manzana, dio entonces lugar a otras dos ediciones. La trilogía amasó más de 700 millones de dólares en todo el mundo.
Bajo una nueva dirección
Universal, el estudio productor de la franquicia, luego declinó la serie en películas directamente destinadas al mercado del video, antes de convocar al alocado equipo para American Pie: el reencuentro, que ya estrenó en Estados Unidos y entre este y el otro mes en Latinoamérica y España.
No obstante, en lugar de recurrir a los autores de las primeras obras, Universal prefirió darle la dirección a sangre nueva y confió el filme a Jon Hurvitz y Hayden Schlossberg, creadores de las comedias Harold y Kumar.
Tomar el volante de una popular franquicia en marcha no fue para ellos ningún problema. “Somos grandes fans de ‘American Pie’”, explicó Jon Hurvitz en la presentación de la cinta a la prensa, en Beverly Hills.
“Estábamos en la universidad cuando salió y la veíamos una y otra vez. Por eso conocíamos bien la franquicia y a sus personajes”.
¿Pero, cómo justificar en el guion la reunión de todos los personajes 13 años después de sus primeras aventuras? “Eso fue claramente un desafío”, respondió Hurvitz. “Pero una reunión de exalumnos era el concepto perfecto para juntar al grupo y darle a cada uno una historia y una oportunidad para destacar”. AFP