Entender por qué el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está tomando algunas decisiones y por qué tiene una especial fijación con México y cómo ese conjunto de políticas estadounidenses afectará a Centroamérica, son temas que expertos como Arturo Cruz Sequeira, profesor del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae), están ávidos a interpretar.
Este experto nicaragüense de 64 años, ex embajador de su país en Washington, ha advertido a empresarios y políticos hondureños que se preparen ante “la tormenta” que se avecina. Cruz dictó dos conferencias en Honduras invitado por la revista centroamericana Estrategia y Negocios (E&N) y fue entrevistado por LA PRENSA.
Estados Unidos es una economía que se ha globalizado en los últimos sesenta años y el proceso ha generado que algunos segmentos de la sociedad se perciban como perdedores, entre ellos el sector de la manufactura que representaba el 33 por ciento de los empleos en ese país y hoy solo representa entre el 7 y el 9 por ciento. El gran problema es que quienes han perdido el empleo no se han podido reinventar a actividades que les generen los ingresos similares a los que generaban en el sector manufacturas.
Quienes han perdido los empleos culpan a la globalización por esa reducción en sus estándares de vida. El presidente Donald Trump, de una manera muy inteligente como candidato, supo aprovechar esas emociones, independientemente si su posición es correcta o no, y por eso ganó estados como Pensilvania, Michigan o Wisconsin, donde la base del sector manufacturero se vio tremendamente golpeada.
De repente para él, el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá —conocido como NAFTA— tiene la culpa de esa degradación. Además, los déficits comerciales en el área de bienes y servicios que Estados Unidos tiene con México y China representan el 70 por ciento del total. Entonces es muy fácil para Trump referirse a ambos países. En el caso de México se complica más por el tema migratorio y lo hace más expuesto a la retórica de Trump porque la tercera ola de migración, que empieza en el año 65, ha dejado a más de 60 millones de migrantes en suelo estadounidense y la mayoría son mexicanos.
En el caso de China, aunque no hay un acuerdo de libre comercio como tal, entrar a ser parte de la OMC ha tenido grandes ventajas así como lo ha sido financiar de manera privada la deuda federal de Estados Unidos.
La gran ventaja de la región es la escala, un poco insignificante en términos relativos, y hay que tener en cuenta que en términos comerciales tenemos superávits. Eso no quiere decir que en temas comerciales no hayan temas sensibles como las normas de origen, las remesas y la migración.
Obviamente Cafta es el principal incentivo para que los flujos de inversión extranjeras vengan a Centroamérica buscando el acceso de nuestra plataforma exportadora hacia mercado estadounidense. Si las reglas de origen cambian, no sería buena noticia para nosotros en sectores como maquila, que es muy sensible y cualquiera que tenga que ver con el tratado.
Trump está hablando de colocar un impuesto del dos por ciento a las remesas y eso es muy poco sensible ya que si hay una trasferencia que beneficia con mayor efectividad a los de menor ingreso en nuestros países son precisamente las remesas. Sin embargo, esto le resulta funcional a Trump porque además él prometió que el muro no lo pagarán los contribuyentes de Estados Unidos sino los migrantes de México y de nuestros países.
Otro gran problema que tenemos. Desde el 2000 o antes, tenemos una incapacidad de absorber a quienes entran al mercado laboral y por ello tienen que irse a Estados Unidos. El problema es que reabsorber volúmenes de gente que no tiene empleo puede complicar socialmente la situación, especialmente en el Triángulo Norte.
Guatemala, El Salvador y Honduras son muy sensibles cuando se habla de Estados Unidos, aunque Nicaragua y Costa Rica también lo son. Sin embargo, veo que Honduras, en este momento, está en mejores condiciones que en años anteriores para enfrentar un oleaje fuerte, aunque no está exento del impacto.
Aunque sé que el tema fiscal causa mucha controversia porque hay una presión tributaria mayor y los beneficios pueden no verse a corto plazo, el país está mucho más ordenado hoy que antes y el requisito principal para que un país camine, sobretodo en cuanto a inversión privada, es que haya orden macroeconómico. Es indiscutible que los déficits fiscales que se venían acumulando antes se han reducido de manera notable. Desde el punto de vista de los organismos financieros, la situación fiscal ha mejorado muchísimo. El Gobierno también ha demostrado ser más efectivo en la seguridad ciudadana. La percepción que había de Honduras años atrás era que estaba al borde de ser un estado fallido, pero hoy esa percepción se borró.
Estados Unidos es la nación indispensable para Centroamérica por inversión, remesas, mercado y manufactura, entre otros. Eso nos lleva a tener que estrechar la relación, no necesariamente con la Casa Blanca, sino con el Congreso, con republicanos y miembros del gabinete menos agresivos, con la sociedad civil, la prensa y las empresas estadounidenses que están acá para que cabildeen y ayuden a hacer contrapeso a las medidas que afectan nuestros intereses. En Estados Unidos hay una serie de memorias que crean una imagen de Honduras que ya fue superada. Hay que demostrar que el país está mejor que antes, pero que sigue en una situación delicada y no debe ser desestabilizada con estas medidas.
Los empresarios siempre son más agresivos que el resto de la sociedad porque tienen que ver cómo sacan sus empresas adelante y las hacen sobrevivir a pesar de las circunstancias. Ellos deben ser parte de la presencia agresiva en Estados Unidos para minimizar los daños que puedan causar ciertas políticas. Es muy fácil hablar de buscar alternativas, nuevos mercados, de mirar hacia adentro, de integrarnos regionalmente, pero Estados Unidos representa el 25 por ciento del PIB mundial y es un enorme elefante que está sentado en nuestra mesa, queramos o no, y esa relación nos beneficia más que lo que nos ha perjudicado según mi punto de vista y hay que mantenerla.
En los sectores más organizados debe haber un consenso mínimo de cómo hacerle frente a estos años.
Yo no veo a China comprando nuestras manufacturas, por mucho potencial que tenga. Rusia, del cual se habla como una opción, representa solo el siete por ciento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos y solo absorbe el uno por ciento de nuestras exportaciones.
Yo creo que por lo pronto sí habrá una lluvia, la pregunta es cuán fuerte y cuánto durará. Trump, en el proceso, reconocerá que no puede volver de una economía globalizada a una economía continental, pero considero que eso no sería antes de que él busque una reelección.