San Pedro Sula, Honduras.
La industria nacional de embutidos registra un procesamiento de 7.5 millones de libras mensuales, que cubre el 90% de la demanda del mercado.
Esa producción nacional y lo comercializado proviene en gran medida de lo que las empresas transforman y apenas 600,000 libras son importadas cada mes.
Como el resto de los países de Centroamérica, cada vez más crece el consumo de carnes procesadas, al grado de formar parte de la canasta básica por ser opción económica.
“El hondureño come embutidos casi en los tres tiempos. Desayuna huevos con mortadela; a mediodía se puede comer un hot dog y acompaña su cena con copetines”, dice Sergio Moreno, presidente de la Asociación Hondureña de Procesadores de Embutidos (Ahproem).
La gremial aglomera cerca de 15 empresas distribuidoras que representan la mayor parte de la producción nacional.
“Tratamos que la industria como tal crezca y mejore. Hay grandiosas oportunidades de investigación, desarrollo e innovación de productos, que permiten responder a las necesidades de los consumidores”, añade Moreno.
La innovación del sector abarca procesos a partir de investigaciones científicas en materiales que permiten la sustitución de otros.
Hoy en día, muchos de los productos emplean sales de apio, que ayuda en la conservación de alimentos y reemplaza el uso de químicos.
Además de otros procesos y mezclas que dan como resultado productos con proteína de carne y proteína vegetal.
“Estos dos elementos cuando se mezclan permiten mayores opciones a alimentarse mejor. De un frijol de soya el consumidor tendrá proteínas que se adhieren a la carne, para alimentarse de una forma más inmediata a un menor costo, sin sacrificar la salud”, agrega Moreno.
Los avances implican también desarrollar técnicas que se muestran cada vez más eficaces en la conservación del valor nutricional de los alimentos cárnicos manteniendo su estabilidad.
En tanto que las importaciones, la mayoría de productos gourmet de Estados Unidos y Europa, totalizaron $12 millones al cierre del año pasado.
En Centroamérica, el patrón de consumo de embutidos y procesados es casi similar: El Salvador registró $19 millones, seguido de Guatemala con $15 millones, Nicaragua $12 millones, Panamá con $10 millones y Costa Rica con $6 millones, conforme a los reportes de comercio exterior de cada país de la región.
Una de las peticiones constantes de las asociaciones de ganaderos y productores es instar a reducir las importaciones de materias primas empleadas en el procesamiento de estos productos.
La industria nacional de embutidos registra un procesamiento de 7.5 millones de libras mensuales, que cubre el 90% de la demanda del mercado.
Esa producción nacional y lo comercializado proviene en gran medida de lo que las empresas transforman y apenas 600,000 libras son importadas cada mes.
Como el resto de los países de Centroamérica, cada vez más crece el consumo de carnes procesadas, al grado de formar parte de la canasta básica por ser opción económica.
“El hondureño come embutidos casi en los tres tiempos. Desayuna huevos con mortadela; a mediodía se puede comer un hot dog y acompaña su cena con copetines”, dice Sergio Moreno, presidente de la Asociación Hondureña de Procesadores de Embutidos (Ahproem).
La gremial aglomera cerca de 15 empresas distribuidoras que representan la mayor parte de la producción nacional.
“Tratamos que la industria como tal crezca y mejore. Hay grandiosas oportunidades de investigación, desarrollo e innovación de productos, que permiten responder a las necesidades de los consumidores”, añade Moreno.
La innovación del sector abarca procesos a partir de investigaciones científicas en materiales que permiten la sustitución de otros.
Hoy en día, muchos de los productos emplean sales de apio, que ayuda en la conservación de alimentos y reemplaza el uso de químicos.
Además de otros procesos y mezclas que dan como resultado productos con proteína de carne y proteína vegetal.
“Estos dos elementos cuando se mezclan permiten mayores opciones a alimentarse mejor. De un frijol de soya el consumidor tendrá proteínas que se adhieren a la carne, para alimentarse de una forma más inmediata a un menor costo, sin sacrificar la salud”, agrega Moreno.
Los avances implican también desarrollar técnicas que se muestran cada vez más eficaces en la conservación del valor nutricional de los alimentos cárnicos manteniendo su estabilidad.
En tanto que las importaciones, la mayoría de productos gourmet de Estados Unidos y Europa, totalizaron $12 millones al cierre del año pasado.
En Centroamérica, el patrón de consumo de embutidos y procesados es casi similar: El Salvador registró $19 millones, seguido de Guatemala con $15 millones, Nicaragua $12 millones, Panamá con $10 millones y Costa Rica con $6 millones, conforme a los reportes de comercio exterior de cada país de la región.
Una de las peticiones constantes de las asociaciones de ganaderos y productores es instar a reducir las importaciones de materias primas empleadas en el procesamiento de estos productos.