Buenos Aires, Argentina.
Nuevamente las presiones se ciernen sobre el peso argentino luego de que el banco central redujera durante el último mes las tasas de interés para los préstamos, lo que ha planteado dudas entre los inversionistas sobre la seriedad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para controlar una de las inflaciones más altas del mundo.
En días recientes, el peso finalizó cuatro meses de estabilidad, al debilitarse ligeramente en el mercado regulado oficialmente en el país.
El jueves cerró a 8,06 por dólar, acumulando un descenso de 0,8% en lo que va del mes. En el mercado negro, que actúa como un barómetro de la confianza en el peso, la moneda ha caído más.
Ayer cerró a 11,73 por dólar, ganando 1,4% en la jornada, pero con un descenso acumulado de 10% desde el inicio del mes, según el diario en línea Ambito.com, que hace seguimiento a las tasas del mercado negro.
“Tendría mucha cautela ante algún tipo de evento (de divisa) esta mitad de año”, dijo Daniel Freifeld, director gerente de la firma estadounidense Callaway Capital Management LLC.
El gestor ve la reducción de las tasas como una señal preocupante de complacencia por parte del gobierno. Su firma vendió este mes la mitad de sus posiciones en bonos argentinos para tomarr ganancias después de un repunte que siguió a la devaluación del peso en enero.
La medida del banco central para flexibilizar la política monetaria ocurre apenas meses después de que casi duplicó las tasas de interés a cerca de 30% en enero y febrero para frenar los efectos del mayor desplome de su moneda desde le cesación de pagos en 2001.
El aumento de las tasas significó que por primera vez en años recientes, los costos de endeudamiento se estaban acercando a la tasa de inflación.
Pero desde comienzos de abril, el banco ha reducido las tasas en cerca de dos puntos porcentuales, incluso si la inflación ha permanecido alta. El gobierno dice que los precios subieron 11,9% entre enero y abril, pero no ha dado una cifra anualizada.
Algunas proyecciones del sector privado colocan la inflación anual en casi 40%. Cuando las tasas de interés caen muy por debajo de la tasas de inflación, los argentinos tienen menos incentivos para seguir invirtiendo en pesos.
Muchos analistas piensan que el giro del banco central es producto de la presión política del gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner. Se especula que hay un enfrentamiento entre el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Axel Kicillof, un abierto defensor de las políticas de crecimiento, y el presidente del banco central, Juan Carlos Fábrega, cuyas políticas monetarias más estrictas estabilizaron la moneda pero probablemente desaceleraron la economía.
El banco central de Argentina tiene autonomía limitada, ya que el presidente tiene una amplia discreción para contratar o despedir miembros de la junta directiva y el gobernador.
El jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, Jorge Capitanich, negó el miércoles que existiera un enfrentamiento entre los dos.
Dijo que la política fiscal del país era “razonable” y que las tasas de interés estaban alineadas con la tasa de cambio, añadiendo que el gobierno ha observado actividad especulativa con el fin de perjudicar la economía. Argentina tiene apenas US$28.000 millones de reservas en dólares para defender el peso.
Otras medidas que el gobierno pueda adoptar para mantener en línea la moneda incluyen mantener altas las tasas de interés o reducir el gasto. Pero esas políticas serían poco populares. Los recortes a los subsidios al gas natural y el agua anunciados en marzo fueron seguidos la semana pasada por casi US$2.000 millones en gasto adicional en programas sociales.
Nuevamente las presiones se ciernen sobre el peso argentino luego de que el banco central redujera durante el último mes las tasas de interés para los préstamos, lo que ha planteado dudas entre los inversionistas sobre la seriedad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para controlar una de las inflaciones más altas del mundo.
En días recientes, el peso finalizó cuatro meses de estabilidad, al debilitarse ligeramente en el mercado regulado oficialmente en el país.
El jueves cerró a 8,06 por dólar, acumulando un descenso de 0,8% en lo que va del mes. En el mercado negro, que actúa como un barómetro de la confianza en el peso, la moneda ha caído más.
Ayer cerró a 11,73 por dólar, ganando 1,4% en la jornada, pero con un descenso acumulado de 10% desde el inicio del mes, según el diario en línea Ambito.com, que hace seguimiento a las tasas del mercado negro.
“Tendría mucha cautela ante algún tipo de evento (de divisa) esta mitad de año”, dijo Daniel Freifeld, director gerente de la firma estadounidense Callaway Capital Management LLC.
El gestor ve la reducción de las tasas como una señal preocupante de complacencia por parte del gobierno. Su firma vendió este mes la mitad de sus posiciones en bonos argentinos para tomarr ganancias después de un repunte que siguió a la devaluación del peso en enero.
La medida del banco central para flexibilizar la política monetaria ocurre apenas meses después de que casi duplicó las tasas de interés a cerca de 30% en enero y febrero para frenar los efectos del mayor desplome de su moneda desde le cesación de pagos en 2001.
El aumento de las tasas significó que por primera vez en años recientes, los costos de endeudamiento se estaban acercando a la tasa de inflación.
Pero desde comienzos de abril, el banco ha reducido las tasas en cerca de dos puntos porcentuales, incluso si la inflación ha permanecido alta. El gobierno dice que los precios subieron 11,9% entre enero y abril, pero no ha dado una cifra anualizada.
Algunas proyecciones del sector privado colocan la inflación anual en casi 40%. Cuando las tasas de interés caen muy por debajo de la tasas de inflación, los argentinos tienen menos incentivos para seguir invirtiendo en pesos.
Muchos analistas piensan que el giro del banco central es producto de la presión política del gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner. Se especula que hay un enfrentamiento entre el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Axel Kicillof, un abierto defensor de las políticas de crecimiento, y el presidente del banco central, Juan Carlos Fábrega, cuyas políticas monetarias más estrictas estabilizaron la moneda pero probablemente desaceleraron la economía.
El banco central de Argentina tiene autonomía limitada, ya que el presidente tiene una amplia discreción para contratar o despedir miembros de la junta directiva y el gobernador.
El jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, Jorge Capitanich, negó el miércoles que existiera un enfrentamiento entre los dos.
Dijo que la política fiscal del país era “razonable” y que las tasas de interés estaban alineadas con la tasa de cambio, añadiendo que el gobierno ha observado actividad especulativa con el fin de perjudicar la economía. Argentina tiene apenas US$28.000 millones de reservas en dólares para defender el peso.
Otras medidas que el gobierno pueda adoptar para mantener en línea la moneda incluyen mantener altas las tasas de interés o reducir el gasto. Pero esas políticas serían poco populares. Los recortes a los subsidios al gas natural y el agua anunciados en marzo fueron seguidos la semana pasada por casi US$2.000 millones en gasto adicional en programas sociales.