Las consecuencias del coronavirus no solo están impactando en la salud de la población mundial, sino también, y de gran manera, en la economía global. Uno de los sectores que se ha visto más golpeado por los efectos de la pandemia del COVID-19 es el mercado del petróleo, que ha caído a precios históricos que no se habían observado desde hace 18 años.
Los crecientes temores a una recesión mundial por el brote del coronavirus sigue minimizando la demanda de crudo, además por los desacuerdos entre Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) en no reducir la producción de petróleo en 1.5 millones de barriles diarios. Arabia Saudita, principal exportador mundial de crudo, planea aumentar su producción a partir del 1 de abril, cuando expiren los recortes de producción de la Opep, que aún están vigentes.
“El mercado de petróleo está a punto de inundarse con barriles excedentes”, señaló la semana pasada Bank of America.
Informe
Según el Banco Central de Honduras (BCH), el diésel y el búnker fueron los combustibles que más se importaron en 2019, con una representación del 36.2% y 21.3%, respectivamente, utilizados para generar energía.
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En las últimas semanas, el precio del WTI en la bolsa de Wall Street en Nueva York ha caído alrededor del 40% debido a la baja demanda de petróleo.
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Con la caída vertiginosa de los precios del petróleo, las empresas del sector han comenzando a reducir sus gastos y, en particular, sus ambiciones en la perforación de campos de crudo y gas. La inversión mundial en exploración y producción normalmente habría alcanzado los 517,000 millones de dólares este año, conforme a las previsiones del instituto Ifpen publicadas a principios de febrero. Pero la caída dramática de los precios ha cambiado la situación y ha hecho que estas perspectivas sean obsoletas. Con la crisis del coronavirus y la desaceleración de la actividad global, la Agencia Internacional de Energía (AIE) ahora espera una contracción en la demanda de petróleo este año, la primera desde 2009.
El ex primer ministro colombiano de Hacienda señaló la semana anterior que la caída de petróleo pone a los países productores en Latinoamérica en una grave situación debido a la escasez de recursos económicos para hacerle frente.
“Estos son tiempos muy difíciles en el mundo entero, pero son particularmente complejos para América Latina. Yo creo que todavía nosotros, en América Latina, no somos conscientes de la gravedad de la situación”, asegura Cárdenas.
Según el especialista, esta situación repercute de manera directa en la capacidad de financiarse de los Estados latinoamericanos.
El próximo 1 de abril vencen los recortes de producción de la Opep y se espera que Arabia Saudí incremente su producción, pese a la baja demanda
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Lo que producirá un “efecto negativo sobre las finanzas públicas” y “limita la capacidad de los Gobiernos de aumentar el gasto, que es lo que exige el COVID-19”.
“Ningún Gobierno va a ser capaz de enfrentar el COVID sin más gasto público”, sentencia Cárdenas, quien considera que “todos los Gobiernos de América Latina van a tratar en cuestión de días, sino de horas, de reforzar los programas de transferencias monetarias a los hogares más pobres”.
Wilfredo Cerrato, presidente del Banco Central de Honduras (BCH), comentó recientemente en la publicación del Programa Monetario de la institución que la crisis dará oportunidades a países como Honduras, y una de esas es la caída de los precios del petróleo. Cerrato destacó que el precio promedio del barril ha bajado un 12% en lo que va del año si se compara con 2019, y esto puede reducir el impacto de las importaciones del crudo en el país.