Si Hernán “la Tota” Medina se consagra campeón con Marathón, merece una disculpa pública toda la afición verdolaga que lo rechazó y lo despreció cuando se anunció su contratación al inicio de este torneo Clausura 2024.
No le dieron ni siquiera el beneficio de la duda al técnico argentino que fue siempre muy mesurado, cuando se le consultaba sobre ese tema, respondía que era un hombre de fútbol y estaba consciente que esas cosas podían pasar. Sabía que solo lo condenaban por haber dejado último al Victoria de La Ceiba el torneo anterior.
Cuatro meses después los resultados del estratega han callado bocas, Marathón es el mejor equipo del torneo Clausura de la Liga hondureña, clasificó como líder directo a semifinales, sorteó esa fase eliminando solventemente al Génesis con un marcador global de 3-0 y ahora va por el título contra el Olimpia.
Como si fuera poco, el fútbol del Monstruo dirigido por la Tota le alcanzó para clasificar directo a la Liga Concacaf, con un dato extra para destacar: no ha perdido en su estadio Yankel Rosental donde será anfitrión en el cierre de este duelo contra el León.
Todo lo expuesto pone como favorito al equipo de Medina contra contra Olimpia pero debe de demostrarlo en la cancha.
En el 2021 el excampeón intercontinental con el Boca Juniors como jugador, llegó a Honduras y pocos días después gritó campeón con Motagua tras superar al Real España que en ese momento lo dirigía Héctor Vargas. Solo vino, vio, dirigió con acierto y abrazó la gloria.
Meses después tenía al Motagua disputando otra final, pero en esta ocasión tuvo un final infeliz, el Olimpia de Pedro Troglio lo superó, le amargó la fiesta, le abortó el bicampeonato. Por eso la final que viene huele a revancha, la Tota tiene va a querer cobrarse venganza. Su compatriota se las debe.
El estadio Nacional dará pista de una tendencia, pero el Yankel Rosenthal dictará sentencia en un pulso que la Tota lo enfrenta con sangre en el ojo y seguramente no lo quiere perder. Si lo logra se meterá al corazón de los hinchas que lo despreciaron y a la historia de los verdolagas inmortales.
Por justicia, el fútbol debería premiar a la Tota, pero como dice un viejo axioma futbolístico, la finales no se juegan, se ganan. Por lo tanto el desafío del Marathón y de la Tota será demostrar de que están hechos.
Eso sí, si el Montruo se queda con la gloria, va después la tarde de perdón de la afición verdolaga a la Tota en el mismito Yankel, solo así lo marathones tendrán paz.