Salta a la cancha e impone respeto. Sólo con la mirada es capaz de mantener el control de un partido. Que Mario Moncada dirija la final de hoy no es una sorpresa para nadie.
Tuvo una destacada participación a lo largo del certamen y se ganó el respeto de los jugadores en un torneo lleno de polémicas arbitrales.
¿Extranjero o nacional? “Mejor que sea el juez de Talanga”, decidió la Liga. Le ganó el puesto a los experimentados Benigno Pineda, Lucinio Rodríguez y Marcio Carranza.
El pelón ya tiene listo su silbato y está a punto de enfrentar su primera final. Le tocó un partido de nervios, el clásico entre Olimpia y Motagua.
El ex fisicoculturista nunca se imaginó que iba a estar en el ojo de millones de hondureños amantes del fútbol.
Dirigía un partido de la Liga Mayor cuando el presidente de la Comisión de Arbitraje, Argelio Sabillón, lo descubrió. “éste es el tipo de árbitro que quiero en la Liga”, dijo en aquella ocasión Sabillón.
Tiene personalidad, su conocimiento de las reglas es perfecto y su físico es igual al de los futbolistas; es raro que se quede atrás en las jugadas. Ayer estaba hospedado en un hotel de lujo, concentrado para este encuentro que define el campeonato.
Moncada no quiere ser protagonista, quiere evitar la lluvia de críticas que tuvo Pineda en el torneo anterior. (No señaló un penal a favor de Victoria en la final del torneo anterior ante Olimpia).
Su pecado, según sus detractores, es abusar de las tarjetas. “Quiere controlar el partido a puras tarjetas amarillas, no deja jugar”, expresó un comentarista de televisión cuando Moncada estuvo a cargo del segundo juego se semifinal entre Marathón y Olimpia.
Pero el empresario, quien apenas ha estado presente en 35 juegos de la Liga, está listo. “Confío en su capacidad”, dijo Sabillón. Ninguno de los equipos se quejó por su nombramiento, ojalá siga así.
Los árbitros no tienen hinchada, se tienen que ganar el respeto a puro pulso. El estadio Olímpico lo espera.