El camerunés Samuel Eto'o asumió con resignación la victoria del Barcelona ante el Inter en el Camp Nou por 2-0, aunque confió que el cuadro transalpino, su actual equipo, saque adelante el partido de la última jornada y logre la clasificación a los octavos de final de la Champions League.
'Tenemos un partido en casa contra el Rubin y espero que nos valga para pasar a los octavos de final. Espero que tanto el Barcelona como nosotros logremos la clasificación', indicó el atacante africano al final del partido.
'Tengo confianza en la clasificación a pesar de esta derrota y espero volver a enfrentarnos al Barcelona en la final del Bernabeu', concluyó Eto'o.
La esperada reconciliación entre Eto'o y la afición barcelonista se selló en el Camp Nou en el minuto cero, en el que todos quedaron tan amigos como lo habían sido hasta que el nuevo jugador interista fue invitado a abandonar el Barça a finales de la pasada temporada.
Había duda de si se mantenía esta estimación mutua, después de que el idilio que vivieron desde que dejó el Mallorca hace cinco años y abandonó el Barça para vivir la aventura italiana de la mano de José Mourinho, parecía que se había roto.
Nada más que Samuel pisó el Camp Nou para realizar ejercicios de calentamiento con sus compañeros y el encargado de megafonía anunciase su presencia, los pocos aficionados que ya estaban en sus localidades rompieron en un sonoro aplauso, que pasó a ovación cerrada y unificada cuando se cantó su nombre en las alineaciones de los dos equipos.
No hay fractura, por lo tanto, parece haber sentenciado la afición barcelonista, cansada de acumular demasiados enemigos, después de haber vestido estos la zamarra azulgrana, como por ejemplo Luis Figo, esta noche en el palco del palco del Camp Nou como relaciones externas del Inter.
Mientras Figo recibía algún insulto aislado, especialmente cuando el Barça mejor desplegó su fútbol en la primera parte, Eto'o pasó del aplauso cerrado, del reconocimiento sin fisuras, a una sonada pitada en la primera pelota que tocó, marcando el respetable la línea entre el compadreo sin el balón de por medio con el partido y los intereses del Barça.
'Eto'o, nunca te olvidaremos', 'Eto'o, bienvenido a tu casa', 'Siempre Eto'o', 'París, Roma. Gracias Eto'o' y 'Etoo, eres nuestro dios', fueron algunas de las pancartas dirigidas los seguidores barcelonistas al ex 9 del Barça, autor de 130 goles en los 199 partidos que jugó con la entidad catalana.
Eto'o sigue teniendo tirón en su antigua casa, donde ya se le echa menos en falta debido a que el sueco Zlatan Ibrahimovic ha ocupado un vacío que generaba vértigo cuando se supo del adiós del camerunés.
Con Zlatan jugando como si toda la vida lo hubiese hecho de barcelonista, la añoranza con Eto'o es menor, incluso, cuando el aficionado barcelonista ha podido comprobar con sus propios ojos en dos ocasiones (ida y vuelta contra el Inter) que el camerunés en el Inter no se parece en nada al león indomable que ayudó en Can Barça a la obtención de dos Ligas de Campeones, tres Ligas y una Copa del Rey.
No fueron Eto'o y Figo los únicos ex barcelonistas en el Inter en la cálida noche de un Camp Nou abarrotado como en las grandes noches europeas. Thiago Motta también regresó a la que fue su casa y donde se formó como futbolistas, pero donde no supo aprovechar las numerosas oportunidades de que dispuso para ser el gran jugador que todos los técnicos que lo tuvieron pensaron que podría ser algún día.
Nadie más que Motta sabe que, con otro tipo de suerte, esta noche en Camp Nou él también podría haber estado en la alineación barcelonista, repleta de jugadores surgidos de la cantera azulgrana, hasta siete: Valdés, Piqué, Puyol, Xavi, Iniesta, Busquets y Pedro.
En el banquillo, el cuarto ex barcelonista, el técnico portugués Jose Mourinho, ya un clásico en los enfrentamientos europeos con el Barcelona, anteriormente en las filas del Chelsea londinense.
Mourinho, mucho más reflexivo y calmado respecto a anteriores visitas al Camp Nou, aunque habiendo olvidado ya hablar español, ha pasado de ser el centro de atención de anteriores envites, en los que se erigió en un polemista de primera. En su haber, no obstante, siempre defendió que a él el Barça nunca le ha ganado 11 contra 11. Hasta esta noche.
El último ex barcelonista en el Inter, Ricardo Quaresma, jugó los últimos diez minutos del partido, en los que recogió un tímido aplauso cuando sustituyó a Diego Milito.