Rafael Nadal, imponente con su camiseta, su cinta y sus muñequeras verdes, estalló este domingo con la furia del increíble Hulk en la pista central de Roland Garros, pasando como un vendaval sobre el número uno mundial del tenis, Roger Federer, al que asestó un doloroso 6-1, 6-3 y 6-0.
En una abarrotada Philippe Chatrier, bajo la atenta mirada de las personalidades congregadas en la tribuna presidencial, incluida su compatriota Arantxa Sánchez Vicario, tricampeona de Roland Garros, el mallorquín de 22 años dio un verdadero varapalo al suizo para ganar su cuarto título consecutivo.
El sol se resistía a salir pero, como el célebre personaje de cómic, Nadal salió a disputar el partido arbitrado por el portugués Carlos Ramos amedrentando a un Federer incapaz de reaccionar en todo el primer set ante un público decepcionado, que esperaba mucho más del prometido espectáculo.
En todo su esplendor, con su 1,85 metros y sus 85 kilos, el tenista nacido en Manacor (Mallorca) no tardó en destapar la caja de los truenos, haciéndose de entrada con el servicio adverso para repetir dos veces más, mientras desde las gradas alguien gritaba ya '¡Otro año será, Roger!'.
Entre olés y gritos de 'ánimo Rafa' innecesarios, el número dos del mundo impuso su ley sin dejar lugar a dudas, sellando en poco más de media hora por 6-1 el primer parcial, mientras en cada punto se abría un silencio tenso en espera de que el rumbo del partido cambiara de una vez por todas.
Pero hasta que, tímidamente, entre las nubes se dejaron entrever algunos rayos de sol al comienzo de la segunda manga, 'Fedexpress' no deleitó a los aficionados. Con algunos de sus golpes mágicos y dejadas inalcanzables incluso para el omnipresente Rafa, que más que nunca no daba ninguna bola por perdida, logró igualar momentáneamente pillando a contrapié a su bestia negra.
Pequeños triunfos celebrados como victorias por un respetable que quería ver buen tenis y se quedaba con las ganas en un partido de sentido único. Pero nada que fuera suficiente para evitar al suizo un 5-3 en contra en la segunda manga.
Cambió de raqueta, pero se le escapó el parcial Reinaba ya la decepción en la mítica pista central, donde nunca se había visto al número dos derrotando al número uno de forma tan rápida, contundente e inexorable.
Incluso los españoles, que en muchos casos gastaron pequeñas fortunas para estar ahí, se lamentaban por el triste espectáculo Menos de media hora iba a necesitar Nadal, desatado ya como Hulk en sus violentas crisis, para asestar un impensable 'rosco' a Federer, finiquitando el partido en una hora y 48 minutos ante la anodada mirada del público y de millones de telespectadores en todo el mundo.
'Ni yo podía imaginarme jugar tan bien. He jugado un partido prácticamente perfecto', se maravillaba luego Nadal, sin guardar rencor al público por sus aplausos enloquecidos cuando Federer acertaba a remontar en el segundo set.
Una final, la tercera consecutiva que el español gana al suizo en Roland Garros, que quedará en los anales no sólo por la histórica cuarta Copa de los Mosqueteros de Nadal, sino también por su inesperada desigualdad y el ímpetu imparable del rey de la tierra batida.em/sdm Tenis