El futbolista inglés Dele Alli, cuya carrera ha caído en picado en las últimas temporadas, reveló este jueves que sufrió abusos sexuales cuando tenía seis años y que comenzó a traficar con drogas dos años después.
El jugador del Everton, internacional con Inglaterra en 37 ocasiones, también confesó que se ha visto obligado recientemente a ingresar durante seis semanas en una clínica de rehabilitación para superar una adicción a las pastillas para dormir.
Ali, de 27 años, efectuó estas declaraciones en el podcast The Overlap, en una entrevista con el exjugador del Manchester United Gary Neville, a quien expuso sin tapujos cómo han afectado a su salud mental y a su carrera profesional algunos episodios del pasado. “Me da miedo hablar de ello, pero es el momento de hacerlo”.
Considerado en sus inicios como una de las grandes promesas del fútbol británico, el centrocampista reconoció que estuvo a punto de colgar la botas con apenas 24 años.
“A los seis años abusó sexualmente de mí un amigo de mi madre, que estaba mucho en la casa. Mi mamá era alcohólica. Me enviaron a África (con su padre) para aprender disciplina y después me mandaron de vuelta”, relata Alli.
“A los siete años empecé a fumar, a los ocho empecé a vender drogas. Una persona mayor me dijo que no detendrían a un niño en bicicleta, así que iba por ahí con mi balón de fútbol, y luego por detrás llevaba las drogas. A los once me colgaron de un puente”, agregó.
Por suerte, recuerda, fue adoptado a los 12 años por la “maravillosa familia” Hickford: “A los doce me adoptó una familia increíble. No podría haber pedido mejores personas para hacer lo que hicieron por mí. Si Dios creó a las personas, fueron ellas”.
A partir de ese momento, una vez que llegaron sus padres adoptivos, su vida comenzó a mejorar. Con 16 años ya estaba metido de lleno en el mundo del fútbol. Sin embargo, no guarda rencor con su madre biológica: “Mi madre bebía mucho y no la culpo en absoluto por lo que pasó”.
A pesar de los esfuerzos de sus nuevos padres y hermano para que hablase de sus problemas con ellos, Alli lamenta que “no podía”, que “solo quería hacer frente a la situación por mí mismo”.
El futbolista dio el gran salto profesional al fichar en 2015 por el Tottenham Hotspurs, de la Premier inglesa, tras formarse en el MK Dons de su ciudad natal de Milton Keynes, al noroeste de Londres, con buenas actuaciones que le valieron también la llamada de la selección nacional para participar el Mundial de 2018.
No obstante, ya luchaba entonces, precisa, contra una adicción “aterradora” a los fármacos contra el insomnio y contra su dependencia del alcohol.
“Me hice adicto a las pastillas para dormir y es probablemente un problema que no solo lo tengo yo. Creo que es algo que está más extendido por el mundo del fútbol de lo que la gente se cree”, advierte Alli.
Asegura que estos medicamentos y el alcohol le servían para “anestesiar los sentimientos” y que “seguía funcionando” al día siguiente: “Hasta que dejan de funcionar, ese es el problema”.
“Sí, definitivamente consumía demasiado. Fue aterrador, ahora lo he dejado y puedo mirar atrás”, celebra el jugador.
En ese espejo retrovisor aparece el que es, “probablemente, el momento más triste para mí”, dijo, en su primera etapa en el Tottenham bajo las órdenes del entrenador portugués Jose Mourinho.
“Creo que tenía 24 años. Una mañana me levanté y tenía que ir a entrenar. Ese fue el momento en que (el técnico) dejó de ponerme (a jugar). Puedo sonar dramático, pero me preguntaba si debía dejar, a los 24, de hacer lo que amaba”.
Ahora quiere rehacer su carrera en el Everton, tras regresar de una cesión de los Spurs al Besiktas turco en 2022 y someterse en Estados Unidos a una operación de rodilla.
“Cuando volví de Turquía (...) me di cuenta de que no estaba bien mentalmente y decidí ingresar en una moderna clínica de rehabilitación”, señaló Alli, quien agradece a su nuevo club su apoyo “para tomar la decisión más importante” de su vida.
Finalmente, Delle Ali explicó que no quiere mantener más relación con sus padres después de vivir un incómodo momento cuando tenía 18 años: “Mis padres biológicos fueron al periódico y empezaron a acusar a la familia que me adoptó. Fueron a la prensa diciendo que estas personas se estaban aprovechando de mí. Querían revisar mis contratos y yo no había hablado con ellos durante años. Después de eso me sentí tan traicionado y defraudado...”.