Puntarenas, Costa Rica.
El suave oleaje del Pacífico acaricia la belleza de la isla de San Lucas: playas vírgenes de arena blanca, mar templado y vasta vegetación. Este escenario, que los viajeros adoran para descansar mientras se broncean, arroja una interesante paradoja. Durante 118 años, aquí se alojó el Centro Penitenciario San Lucas.
La isla se ubica a 8 kilómetros de Puntarenas, la ciudad más cercana. Esta se localiza a 90 minutos en automóvil desde San José, la capital. Se eligió este lugar porque, en 1873, el militar y presidente de Costa Rica Tomás Guardia decidió que quería lejos de cualquier ciudad a los presos.
Hasta 1991, esta prisión recibiría a todo tipo de delincuentes. En los últimos años, los restos del centro se han convertido en un atractivo turístico, así como la Prisión Federal de Alcatraz, en San Francisco o la cárcel de Kilmainham Gaol, en Dublín.
Un muelle de cemento da la bienvenida a los viajeros. Contrasta con el tono verde azul del océano y el verde de la vegetación en tierra firme. El camino conduce a dos calabozos, donde a los reos esperaban a que se les asignara celda y donde ahora los visitantes aprovechan para tomarse selfies.
En uno de estos calabozos pasó un año completo el reconocido escritor José León Sánchez. Luego de que se le acusara de robar las joyas de la virgen de la Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, en Cartago, hacia 1950, las autoridades en la isla -como un castigo extra por haber profanado a la santa imagen- tardaron todo ese tiempo en darle una celda.
León Sánchez purgó una condena de 20 años y, una vez libre, hasta 1999, la Suprema Corte de Justicia de Costa Rica lo absolvió del delito, aunque varios de sus detractores aseguraron que sí cometió el hurto.
En su tiempo en la isla aprendió a escribir y su experiencia inspiraría su novela más reconocida: 'La isla de los hombres solos' (1973), que retrata con crudeza la vida de los reos dentro del penal.
Al adentrarse en San Lucas aparece una vereda de piedra que lleva hasta el servicio médico de la cárcel y unos metros más adelante, a una capilla que se construyó entre 1927 y 1931.
'Ahora luce como nueva, pues se le dio mantenimiento recientemente. La idea es hacer lo mismo con distintas zonas de la prisión, pero sin dañar la historia', dice Marcela Muñoz, presidenta de la Cámara de Turismo de Puntarenas.
El interior de las celdas, por ejemplo, no se modificarán; aún lucen los grafitis y mensajes que los prisioneros pintaron. Algunos de los más famosos son el de La chica del bikini rojo y otro de Pelé, prácticamente hecho a tamaño real.
Pero lo que más llama la atención son las cientos de frases que reflejan la fe, la tristeza y la frustración de los presos.
'En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, sino la pobreza', reza las más recurrente y que, curiosamente, según cuentan, se halla en las paredes de otras penitenciarias, como la mexicana Lecumberri.
También se ve en diversas celdas el sobrenombre de 'Calanbres'. Los historiadores creen que fue un hombre que cometió muchos crímenes y que, así como salía de la isla, al poco tiempo regresaba a ella, por lo que en cada ocasión se le asignaba un lugar distinto en el que no dudaba en dejar grabado su apodo.
El suave oleaje del Pacífico acaricia la belleza de la isla de San Lucas: playas vírgenes de arena blanca, mar templado y vasta vegetación. Este escenario, que los viajeros adoran para descansar mientras se broncean, arroja una interesante paradoja. Durante 118 años, aquí se alojó el Centro Penitenciario San Lucas.
La isla se ubica a 8 kilómetros de Puntarenas, la ciudad más cercana. Esta se localiza a 90 minutos en automóvil desde San José, la capital. Se eligió este lugar porque, en 1873, el militar y presidente de Costa Rica Tomás Guardia decidió que quería lejos de cualquier ciudad a los presos.
Hasta 1991, esta prisión recibiría a todo tipo de delincuentes. En los últimos años, los restos del centro se han convertido en un atractivo turístico, así como la Prisión Federal de Alcatraz, en San Francisco o la cárcel de Kilmainham Gaol, en Dublín.
Estructuras como ésta alojaban a los prisioneros que no eran considerados de alto peligro.
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Un muelle de cemento da la bienvenida a los viajeros. Contrasta con el tono verde azul del océano y el verde de la vegetación en tierra firme. El camino conduce a dos calabozos, donde a los reos esperaban a que se les asignara celda y donde ahora los visitantes aprovechan para tomarse selfies.
En uno de estos calabozos pasó un año completo el reconocido escritor José León Sánchez. Luego de que se le acusara de robar las joyas de la virgen de la Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, en Cartago, hacia 1950, las autoridades en la isla -como un castigo extra por haber profanado a la santa imagen- tardaron todo ese tiempo en darle una celda.
León Sánchez purgó una condena de 20 años y, una vez libre, hasta 1999, la Suprema Corte de Justicia de Costa Rica lo absolvió del delito, aunque varios de sus detractores aseguraron que sí cometió el hurto.
A algunas zonas de la cárcel se les ha dado mantenimiento para que vuelvan a lucir como hace varias décadas, entre ellas la capilla.
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En su tiempo en la isla aprendió a escribir y su experiencia inspiraría su novela más reconocida: 'La isla de los hombres solos' (1973), que retrata con crudeza la vida de los reos dentro del penal.
Al adentrarse en San Lucas aparece una vereda de piedra que lleva hasta el servicio médico de la cárcel y unos metros más adelante, a una capilla que se construyó entre 1927 y 1931.
'Ahora luce como nueva, pues se le dio mantenimiento recientemente. La idea es hacer lo mismo con distintas zonas de la prisión, pero sin dañar la historia', dice Marcela Muñoz, presidenta de la Cámara de Turismo de Puntarenas.
El interior de las celdas, por ejemplo, no se modificarán; aún lucen los grafitis y mensajes que los prisioneros pintaron. Algunos de los más famosos son el de La chica del bikini rojo y otro de Pelé, prácticamente hecho a tamaño real.
Pero lo que más llama la atención son las cientos de frases que reflejan la fe, la tristeza y la frustración de los presos.
'En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, sino la pobreza', reza las más recurrente y que, curiosamente, según cuentan, se halla en las paredes de otras penitenciarias, como la mexicana Lecumberri.
También se ve en diversas celdas el sobrenombre de 'Calanbres'. Los historiadores creen que fue un hombre que cometió muchos crímenes y que, así como salía de la isla, al poco tiempo regresaba a ella, por lo que en cada ocasión se le asignaba un lugar distinto en el que no dudaba en dejar grabado su apodo.
Al andar por esta prisión se puede imaginar las muchas historias que aquí nacieron, ya sea mediante una frase, un grafiti o un libro para que permanezcan en el tiempo.
Dentro de las celdas aún se conservan los grafitis y frases que los reos plasmaron.
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