Hondureño Óscar Merlo, de niño migrante a docente universitario en EE.UU.
Con solo 10 años, el hondureño Óscar Merlo cruzó fronteras en busca de un futuro mejor.
Foto:
Doctor Óscar Merlo, catedrático hondureño en Los Ángeles, California.
Por:
El doctor Óscar Merlo, un hondureño que emigró a Estados Unidos a los 10 años, lleva consigo una historia marcada por el sacrificio, la fe y la perseverancia. Hoy, como catedrático universitario, teólogo y emprendedor en Los Ángeles, California, su vida es un ejemplo vivo de cómo superar la adversidad y transformar los desafíos en oportunidades.
El doctor Merlo tiene cinco títulos universitarios (dos bachilleratos, dos maestrías y es doctor en Filosofía, de la University of La Verne, Phoenix Graduate School of Business y Fuller Seminary).
Nacido en la pobreza crónica en un barrio de pescadores, La Laguna de Puerto Cortés, su infancia quedó marcada por un viaje que define como “aterrador y profundamente formativo”. Con solo 10 años, viajó solo a través de Guatemala y México en un camión repleto de cervezas.
“Recuerdo el olor intenso de las cajas de cerveza y el miedo que me invadía cada vez que el camión se detenía. Repetía una y otra vez los versos bíblicos que mi abuela me había enseñado”, cuenta Óscar.
El trayecto no era solo físico; para él, significaba un salto hacia lo desconocido, lleno de incertidumbre, pero también de esperanza. Creció en un centro urbano de la ciudad de Pomona, donde conoció a la chica de sus sueños, ‘Lexa’. Hoy tienen dos hermosas hijas jóvenes adultas, Priscilla y Danae.
Un nuevo comienzo
Al llegar a Estados Unidos, un país completamente nuevo para él, Óscar experimentó una mezcla de alivio y miedo. “Estaba en una tierra prometida, un lugar donde había posibilidades”, recuerda.
Aunque al principio se sintió pequeño, también vio ante sí un horizonte lleno de oportunidades. Esta experiencia no solo moldeó su visión de la vida, sino que le enseñó a valorar la resiliencia y la fe como pilares fundamentales.
A pesar de los desafíos que enfrentó como inmigrante, Óscar se aferró a su educación, motivado principalmente por su madre. “Sus palabras, ‘sipote, te traje a este país para que te eduques’, resonaban constantemente en mi mente”, relata, subrayando la importancia del sacrificio de su madre para que él tuviera una mejor vida.
Hubo momentos en los que pensó en rendirse, pero sabía que la educación era la clave para cambiar su destino. Cada logro académico lo veía como un tributo al esfuerzo y la esperanza de su madre.
Trabajo y fe
Su fe ha sido, sin duda, un pilar a lo largo de su vida. Como teólogo, Óscar reconoce que su creencia en Dios ha influido en cada paso de su camino personal y profesional.
“La Palabra de Dios me acompañó en los momentos más oscuros de mi vida, y esa misma fe ha guiado cada decisión importante que he tomado”, reflexiona. Para él, la fe es lo que le ha permitido conectar profundamente con los demás, ofreciendo esperanza y dirección.
Hoy en día, como docente universitario, Óscar siente una enorme responsabilidad al formar a la próxima generación de líderes. Para él, educar es una manera de devolver a la sociedad lo que ha recibido.
“Quiero que mis estudiantes, especialmente los latinos, entiendan que, sin importar sus circunstancias, pertenecen”, dice con convicción, alentando a sus alumnos a ver la educación y la fe como herramientas poderosas para transformar sus vidas, tal como lo hicieron con la suya.
Enseña a través de los viajes
Además de su labor como profesor, Óscar es emprendedor. Fundó una empresa de viajes, Selah-Rest Travel, con la intención de ofrecer experiencias espirituales y culturales a sus clientes. Inspirado por su pasión por la historia bíblica, espera que quienes visiten lugares como Israel no solo caminen por donde lo hizo Jesús, sino que también sientan una conexión espiritual más profunda.
“Nuestro deseo es llevar a nuestros clientes a viajes únicos y a destinos cargados de significado cultural”, explica, destacando otros destinos como París, Turquía y Grecia.
Al mirar hacia atrás, Óscar valora cada dificultad que enfrentó. “Sin esos desafíos, no tendría la misma apreciación por la vida ni la misma compasión por los demás”, reflexiona. Cada obstáculo lo acercó más a Dios y lo ayudó a comprender el propósito de su vida.
Su mensaje para los jóvenes hondureños que sueñan con un futuro mejor, ya sea en Honduras o en el extranjero, es claro: “No importa cuán difíciles sean las circunstancias, siempre hay esperanza. La educación es una herramienta poderosa, y la fe en Dios te sostendrá en los momentos más oscuros”.