Tres jóvenes estudiantes chilenos de ingeniería aseguran haber inventado la bicicleta “imposible” de robar.
La ingeniosa solución consiste en convertir a la propia bicicleta en un candado. Con una maniobra que de acuerdo con sus creadores no toma más de 10 segundos, el tubo diagonal del armazón de la bicicleta se divide en dos, pemitiendo usar el mismo armazón para conectarlo con un poste, un árbol y otra estructura que puede alojarla.
El invento, que se comercializa bajo la marca Yerka, nace de los esfuerzos de Cristóbal Cabello (22), Andrés Roi (23) y Juan José Monsalve.
Las primeras unidades tenían un costo de $400 dólares y a medida que aumenta la producción y los pedidos, su precio podría incrementarse.
La promesa es que nadie será capaz de robarse una Yerka, pues la única forma de llevársela es cortando el armazón, lo que la dejaría inutilizada. Sus creadores añaden que utilizan una clase especial de tornillos para dificultar que un ladrón desista de llevarse la bicicleta pero lo intente con las ruedas.