San Pedro Sula. “Sabemos que Dios hará justicia. Mi sobrino no era ningún delincuente y no mercería morir de esa manera”, decía ayer uno de los tíos de Luis Fernando Álvarez (17), el menor residente en La Pradera que fue raptado y asesinado la noche del pasado martes.
Ayer a las 4:00 pm, sus familiares, amigos y sus compañeros de tercer curso de ciclo común en el instituto Sergio Reyes Caballero, luego de un emotivo velatorio, trasladaron el cadáver al cementerio de Calpules, donde lo sepultaron.
Álvarez es el noveno menor, residente en La Pradera, asesinado en menos de dos meses. El jovencito fue raptado la noche del martes, cuando regresaba de la pulpería de comprar un refresco y una cartulina para hacer un trabajo del colegio.
Horas después, su cadáver fue hallado en la 33 calle de El Polvorín, rodeado de más de 30 casquillos de bala de distintos calibres. Su amigo resultó herido y fue trasladado a un centro asistencial, donde se recupera.
Dejan la justicia a Dios
Familiares del jovencito indicaron que no esperan justicia terrenal, pero sí que Dios castigue a las personas involucradas en el crimen del menor.
“Lo dejamos todo en las manos de Dios. No confiamos ya en las autoridades porque mienten por taparle el ojo al macho. Dicen que todos los muertos son delincuentes o mareros y Luisito no era así”, dijo una de las dolientes entre el llanto.
Allegados al joven indicaron que no pueden hablar del caso ni hacer denuncias, pues sienten temor por su seguridad.
“No sabemos quiénes están detrás de los crímenes. Hasta dicen que policías podrían estar involucrados en las muertes”, dijo un pariente del menor.
“Desconfiamos hasta de la Policía porque ya son muchos los niños que han matado y no se ha hecho nada. Tenemos temor hasta de hacer denuncias”, aseguraron personas cercanas al infortunado muchacho.