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Acusan a mujer por matar a su enamorada

  • 16 junio 2015 /

Karen Julissa Gonzales mató a la quinceañera Ingris Lorena Cortés supuestamente por celos.

Quimistán, Santa Bárbara.

La gente de Santa Elena todavía comenta en voz baja lo que sucedió en esa comunidad del municipio de Quimistán hace dos semanas, cuando una mujer mató a otra de 15 años con la que mantenía un romance que ambas no podían ocultar.

En un arranque de celos, Karen Julissa Gonzales, de 23 años, le arrebató la vida a puñaladas a la quinceañera Ingris Lorena Cortés, reportó la Policía de Quimistán después de detener a la supuesta hechora.

Sentada en una hamaca en el solar de una pequeña casa de bloques de cemento, la señora Gloria Leticia Martínez, madre de Ingris Lorena, la recuerda como una muchacha alegre, pero lamenta que últimamente se había engavillado con Karen Julissa y una prima llamada Miriam.

La muchacha trabajaba como doméstica en una residencia de San Pedro Sula, de donde llegaba los fines de semana en busca de diversión y de sus dos inseparables amigas, dijo la madre.

“Las invitaba a comer pollo; si no, se las llevaba a pasear a San Pedro o a Pueblo Nuevo”, dijo Gloria Leticia mientras chineaba al menor de sus hijos.

Ingris era la única mujer que tuvo, procreada con el primer matrimonio. También tiene gemelos pequeños de su actual marido.

La mayor parte del tiempo, la cipota vivió con su abuela en Pueblo Nuevo, otra comunidad de San Bárbara, y por eso la llamaba mamá. Allá hizo la educación primaria y cuando terminó el sexto grado se fue a trabajar a San Pedro Sula, siguiendo los pasos de su madre, quien también trabajó como empleada doméstica.

“A Ingris se le olvidó el sueño que tenía de ser doctora porque no volvió a hablar del asunto”, lamentó su abuela. Tanto ella como la madre no estaban de acuerdo con la vida que llevaba últimamente.

Foto: La Prensa

Una foto de Ingris Lorena con sus hermanitos.


Una dantesca escena

A Santa Elena se llega por una carretera de tierra que se desvía de la pavimentada de occidente a la altura de Naco, donde hay una estación policial. Como a los cinco kilómetros de recorrido por el escabroso trayecto aparecen las primeras viviendas habitadas por personas que se asoman desconfiadas, por las ventanas y los cercos, ante la presencia de personas extrañas.

Uno de los pocos centros de diversión de la comunidad es un billar donde con frecuencia se celebran fiestas bailables, el cual era uno de los favoritos de las tres muchachas.

Esa noche no hubo fiesta allí ni en ningún otro lado de la comunidad, pero ellas llegaron a pasar un rato ameno al billar antes de que se desencadenara el hecho trágico.

La madre dice que Ingris Lorena se había distanciado de la casa desde que ella le reclamó por la amistad que mantenía principalmente con Karen Julissa.

No le gustaba lo que se decía de ellas dos y por eso la pasaba regañando, pero ella, lejos de hacerle caso, se fue a vivir con la que supuestamente era su pareja sentimental.

La madre no duda de que así era porque cuando Karen pasaba frente a su casa le decía: “¡adiós, suegra!” con una sonrisa maliciosa. Cuando ella le reclamaba porque la llamaba de esa manera si no tenía hijos muchachos, le contestaba que era por los gemelitos.

La madre piensa que lo hacía por provocarla porque los mellizos están muy pequeños. “No creo que vaya a esperar que crezcan”, le replicaba molesta.

El sábado, cuando Gloria Leticia regresaba de la iglesia como a las nueve de la noche, vio por última vez a su hija. Estaba en una caseta comprando pollo frito con Karen, Miriam y otra muchacha llamada Yolani.

“Ella no me habló”, lamentó la madre. Ni le volvería a hablar porque estaba a pocas horas de ser sacrificada con furia, según se deduce por la gran cantidad de cuchilladas que presentaba.

Antes de eso, Ingris fue vista paseando en una motocicleta con un muchacho que había conocido ese mismo día, relató la madre de Miriam.

Al parecer eso provocó los celos de Karen, quien después de compartir con la quinceañera se la llevó al campo de fútbol en las afueras de la comunidad, donde la mató, dice el informe policial.
La madre confesó que le fueron a avisar la misma Karen y Miriam que el cuerpo de la muchacha estaba tendido en la orilla del campo de fútbol, aduciendo que a ellas les informó otra persona.

Al llegar la madre al lugar encontró a la adolescente boca arriba con los brazos extendidos. Presentaba tantas heridas que apenas la pudo reconocer por la vestimenta, un pantalón jean y una blusa de centro.

Después llegó la Policía y se llevó a Karen. No dudaron en detenerla porque le encontraron un cuchillo ensangrentado.