En la semioscuridad, Juana se toma un vino, quizá lleva dos, cuatro o seis rondas. Pocos se fijan en ella, pocos la reconocen. La sala de teatro de La Fragua está abarrotada, especialmente por jóvenes, y las actrices que protagonizan Juana la loca se confunden entre el público.
Cerca de las 7:30 pm, el padre Jack Warner da por inaugurada la Temporada de Expresión Artística 2013, con la que también La Fragua celebra su 34 aniversario de fundación. Aparecen Karla Núñez, Gabriela Valeriano y Leticia Tróchez, para darle vida a la adaptación que de la obra del salvadoreño Carlos Viles hace la directora Luisa Cruz.
Irreverente. Sin tapujos. Directo al grano. Sin baños morales. Sin pose intelectual. Prohibida para menores de edad. En un país con nombre de abismo no es tan fácil, la experiencia de Juana lo demuestra, vivir contracorriente, rebelarse contra el establishment sin sufrir las consecuencias, a veces terribles. Metidas de lleno en la piel de Juana, las actrices van desgranando el horror, la violencia y el terror constante en la vida de esta mujer nacida en San Marcos de Colón, Choluteca, y que mañana celebra su 68 natalicio.
Experiencia vital
El humor permite asumir más fácilmente la crueldad de los fantasmas que rondan la vida de Juana La Loca. El lenguaje sin pelos y cargado de doble sentido, caricias eróticas o el abordaje de temas tabú como el sexo arrancan risas nerviosas.
Huérfana a corta edad. Violada por el piloto de una avioneta. Acusada por las religiosas de prostituta y lanzada a la calle. Sola. Golpeada, mancillada, indigente muchas veces, pero a la vez llena de vida, de amor por su terruño, discípula del placer y de los buenos boleros, y claro, de la poesía.
No hay tiempo para lamentos. “Aprendí a defenderme sola”, dice mientras firma uno de los calendarios donde aparece fotografiada por Armando García, Max Hernández, Evaristo López, Marvin Orellana y pintada y esbozada por Felipe Burchard y Ezequiel Padilla Ayestas.
La obra conmueve. Enseña a amar y respetar a esta irrepetible mujer. No acusa. Se cuestiona por igual a Juana y a la sociedad.