De entre todos los valores humanos, la honestidad es una de las cualidades más agradables que una mujer pueden apreciar en un hombre. Actuar con la verdad y ser congruente entre lo que se dice y lo que se piensa, brinda confianza y seguridad al prójimo y a sí mismo.
“Un beneficio de los valores, en este caso la honestidad, es que sale y regresa a usted, no específicamente en acciones concretas por parte de otros, pero si de otras formas que nos brindan satisfacción”, comenta el psicólogo José David Iriarte.
Desde este punto de vista la honestidad es parte del carácter o la personalidad que va de la mano con otros valores como la responsabilidad, el respeto o la lealtad, los cuales deben ser fomentados desde niños.
La percepción
Ser honestos y hablar con sinceridad en los distintos aspectos de la vida implica comprender, asimilar y actuar del mismo modo ante cualquier situación y es algo en lo que se va madurando poco a poco.
“Cuando hay honestidad el crecimiento como ser humano se vuelve más desarrollado a nivel moral, espiritual, intelectual”, etc.
Mucha gente tiene la falsa percepción de que el hombre honesto es cobarde, chismoso o que no avanza lo cual es un error, pues aunque los honestos tardan un poco más en lograr cierto reconocimiento, dejan un legado más valioso que aquéllos que no actúan basados en este valor”, explica el experto.
Ser honesto aumenta la autoestima porque se sabe que se hace lo correcto. En familia ayuda a tratar a los hijos con equidad y congruencia; en el trabajo da un buen ejemplo a patrones o empleados, sin considerar que es signo de salud mental y con la pareja refuerza el compromiso, respeto y admiración entre ambos, lo cual comprueba su valor en la vida.
