Conocida originalmente como La Calavera Garbancera, La Catrina nació en el siglo 19 (precisamente en 1873) de la mano del grabador, ilustrador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada.
Su popularidad arrancó en la Ciudad de México en plena Revolución.
Posada, originario del barrio El Encino, en Aguascalientes, plasmó a la calavera ataviada con sombrero francés y plumas de avestruz simbolizando a las vendedoras de garbanzos.
Muchas de estas comerciantes, de origen indígena, renegaban de sus raíces por sus aspiraciones europeizantes.
Siempre en la sátira, las calaveras de José Guadalupe Posada evolucionaron en gacetillas y periódicos de fines del siglo 19 y principios del siglo 20, a una tradición popular que acompañaban los versos alusivos a la muerte.
La burla sobre la muerte marcó al genio de Posada, quien dibujó y grabó a distintos personajes esqueléticos desde El Quijote hasta Francisco I. Madero.
También trazó calaveras montadas en bicicleta o a caballo, o representando las dificultades del pueblo pobre.
La Catrina simbolizó la sátira de aquellos que obtenían algún recurso y despreciaban sus orígenes.
“La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”, decía José Guadalupe Posada.
Se trata de un pequeño texto que se usa sobre todo en el Día de Muertos, y representa la lucha de un ser vivo con la muerte en la que la muerte siempre sale victoriosa.
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Icónico mural
El pintor Diego Rivera, en su mural “Sueño en una tarde dominical en la Alameda”, la colocó como personaje central en su descripción de las contradicciones sociales de la época.
Fue el gran muralista quien rebautizó a La Calavera Garbancera nombrándola La Catrina.
En ese mural, La Catrina da la mano a Diego niño y posa del brazo de su creador, José Guadalupe Posada.
La Catrina, un grabado en metal difundido en 1873, es el símbolo popular del Día de Muertos, obra del ilustrador de Aguascalientes, quien terminó en la fosa común sin homenajes por su gran obra artística.
La Catrina ha destacado desde hace más de 100 años en pinturas, libros, películas... También es uno de los disfraces más cotizados en la noche de Halloween y en el Día de Muertos.
Se ha convertido en un símbolo icónico de la cultura mexicana.