La vida escogió su mejor pincel para colorear la obra de Dora Morales viuda de Pleitez, decana de la educación sampedrana que el pasado 16 de agosto cruzó el umbral de las nueve décadas.
Enfundada en blanco y negro, la cumpleañera llenó de luz los pasillos de la casa de Los Cedros, donde más de un centenar de personas se hizo un imán para abrazar a la matrona eterna.
Mientras las teclas de la marimba “Alma latina” parecían desmembrarse de felicidad, en una reunión que convocó a la familia Morales Bustamante y a su enorme descendencia, el mariachi “Los Mensajeros” fue capaz de causar una sonrisa en el rostro de labios finos de “Tía Dora”, en donde gobierna una estela de surcos almendrados que ratifican la llegada de los 90 años.
Se escuchaban los acordes de “A mi manera” y cada rincón de su alma no sabía disimular el recuerdo del gran amor de su vida: Manuel Pleitez “Meme” (QEPD), el hombre con el que supo formar una familia de cinco hijos y la figura masculina que estuvo presente en los momentos más valiosos de su vida.
Y mientras las aventuras de “Tía Dora” rebotaban las memorias de mesa en mesa, la noche sampedrana que se resistía a caer derretida por el calor canicular, permitió asomar el majestuoso pelo cenizo de la homenajeada frente al exótico pastel de juego eterno y elegancia simbólicas, al mismo tiempo que bufaba la trompeta con el famoso “Feliz cumpleaños... Dora”... “Pero queremos pastel...”.
De inmediato, “Tía Dora” pidió su deseo, su mente se fue a 1955, cuando debutaba como maestra en la Escuela José Trinidad Cabañas y el viaje estacionó su vagón en 2024, llena de vida, sobrepasados los límites, viendo de reojo a sus queridos hijos, nietos, sobrinos, hermanos, primos, nueras y yerno.
Apagó la vela 90 y aseguró estar lista para continuar su camino en el próximo vagón... el vagón de un legado infinito.