Luego de hacer una larga fila con uno de sus dos hijos en brazos, Laura Pineda (25) debe irse a casa solo con uno de los tres fármacos que le recetó el médico, ya que en la farmacia del centro de salud Miguel Paz Barahona no hay.
Aunque las autoridades de Salud aseguran que los 16 centros que pertenecen a la Región Metropolitana de San Pedro Sula están abastecidos con medicamentos en un 95%, el caso de Pineda es uno de los miles que refleja la calamidad que también ha alcanzado a los centros de asistencia primaria.
Al Miguel Paz Barahona, que funciona en el barrio Medina hace 53 años, el centro de salud más grande de la ciudad, acuden más de 400 personas todos los días, provenientes de unas 150 comunidades del sector. En su mayoría son madres acompañadas por sus hijos a quienes les toca ir hasta dos días seguidos porque no pudieron ser atendidas a tiempo.
No tienen ni para agua
Con una botella de agua deben llegar los pacientes que deseen ser atendidos en el centro de salud de la colonia Fesitranh.
Aquí no hay agua porque desde hace varios meses les cortaron el servicio.
Además de la insalubridad que esto genera, la carencia del vital líquido imposibilita que los médicos den consulta general.
Los servicios sanitarios tampoco sirven, no se pueden hacer citologías y no hay servicio odontológico. Tampoco se pueden hacer curaciones pequeñas porque lo más importante es el agua, lamentó la doctora Ingrid Morales, directora del centro asistencial.
María Rivera es madre de cuatro niños y lleva más de 10 años asistiendo al cesamo del barrio Las Palmas. Confiesa que en todos esos años ha visto una mejoría en las instalaciones, pero muchas veces ha tenido que irse con las manos vacías, ya que no siempre tienen los medicamentos que necesita. Rivera dice que con un pago de 10 lempiras por consulta no puede exigir mucho.
Para la doctora Lourdes Orellana, el centro de salud de Las Palmas se halla en buen estado, pero la falta de medicamentos e insumos se ha convertido en un mal difícil de sostener. “Tenemos una semana sin vitaminas y antibióticos, medicamentos fundamentales para asistir a las madres y niños”, aseguró. Las altas temperaturas y el mal estado de los tres aires acondicionados en los consultorios del cesamo causan malestar entre pacientes y médicos, que hace más de un mes exigen su pronta reparación.
Son tantas la calamidad y la apatía de las autoridades que el personal médico y auxiliar ha tenido que hacer una colecta para comprar guantes y gasas, entre otros materiales, para practicar las citologías, curaciones y demás procedimientos. “Que no me pueden sacar la muela dicen porque no tienen anestesia”, se quejó uno de los pacientes que esperaban ser atendidos afuera de odontología.
En el centro de salud de Calpules, que tiene una cobertura de 25 comunidades, entre ellas la colonia Reparto Lempira, los pacientes deben sentarse en sillas o banquillos porque carecen de camillas. Además no hay cubículos para atender a las personas con tuberculosis.
El sistema de energía eléctrica es deficiente y por eso en algunas ocasiones el personal no utiliza los aparatos médicos.
Odisea
En un área empinada de difícil acceso, el centro de salud de El Zapotal es un viejo barracón que fue donado de los campos bananeros con la promesa de la Alcaldía de que lo remodelaría. Esto no se ha cumplido. Hay solamente dos camillas y cinco sillas. Los demás esperan afuera bajo la crudeza del clima. Tampoco hay buen servicio de agua.
El director de la Región Metropolitana, Julio Rodríguez, dice: “Siempre es necesario el recurso económico y humano, pero estamos cubriendo todas las necesidades”.