“Mi sueño es que nuestro país avance y que la sociedad incorpore a mi hija y a los demás niños, porque son personas como todas, solamente con algo especial y es cuestión de aceptarlo”, manifestó Sandy Navarrete al referirse a su hija invidente.
En la celebración de la semana de la solidaridad con las personas con discapacidad, que se conmemora del 21 al 25 de abril en Honduras, pero que en algunos centros como el jardín de niños y centro oficial de atención inclusiva San Juan Bosco finalizó hasta ayer, Navarrete al igual que otras madres que tienen hijos con retos especiales pidieron que ellos sean tratados de una forma igualitaria e incluidos en la sociedad.
“Mi hija María Rosario nació a los seis meses y pesó libra y media, yo tuve complicaciones con la presión alta, a ella no le daban esperanzas de vida; pero siempre creímos en Dios”, contó Navarrete.
Los meses transcurrieron y la pequeña María se mostraba saludable, hasta que sus padres comenzaron a notar que ella no seguía los colores de las muñecas como otras niñas.
“En diciembre de 2001, un médico me dijo que mi hija era invidente; como madre me sentí devastada, pensé en todo lo que ella pasaría”, relató la madre de tres hijos.
Una de los mayores preocupaciones de las madres al conocer que sus hijos padecen algún tipo de limitante es el rechazo de la sociedad, y esto a la vez a la falta de oportunidades. Así lo detalla Valesca Sabillón, madre de un niño de tres años que en enero fue diagnosticado con autismo.
“La sociedad no entiende el comportamiento de nuestros hijos, por eso yo quiero que mi hijo sea lo más independiente posible, que pueda conseguir un trabajo y nadie me lo discrimine”, dijo la angustiada madre.
De 90 niños matriculados en las áreas de prebásica, prekínder, kínder y preparatoria del jardín San Juan Bosco, 40 niños tienen problemas de aprendizaje, síndrome de Down, autismo y ceguera, entre otras limitantes.
Nanci Rodríguez, coordinadora de Educación Especial de la Dirección Departamental de Cortés, y presidenta de la Asociación de Padres con Autismo de San Pedro Sula, compartió que es necesario que las personas entiendan que “lo único que deben separar es la ropa de color en la lavandería y lo único que se debe etiquetar son los frascos, no las personas”.
Rodríguez declaró que unos ocho niños especiales están siendo educados en las escuelas públicas y privadas del departamento de Cortés.
La asociación de autismo aglomera a 148 jóvenes. Se estima que en Honduras hay más de 800 mil personas con retos especiales.
Manuel Arita, miembro de la Asociación de Personas con Retos Especiales en Honduras (Apreh), señaló el poco apoyo del Gobierno para las personas con retos especiales del país y la falta de oportunidades laborales. “Solo un 30% de los 300 afilados de Apreh tienen la oportunidad de trabajar”.
Arita resiente la falta de rampas en los edificios públicos y aceras para que las personas con limitación física se movilicen.
El Gobierno les debe siete meses de la partida trimestral que les dan, la cual hasta el año pasado sumaban los 227 mil lempiras anuales, pero las autoridades recortaron el 30% aduciendo crisis financiera, según Arita.