Lo que comenzó como una visita solidaria a los crematorios de la ciudad en 2017, hoy se ha transformado en un proyecto educativo que ha devuelto la dignidad y la esperanza a más de 340 niños que crecían entre la basura, sin acceso a una educación formal.
La organización Brazos de Jesús, liderada por los pastores Carlos Humberto Mendoza y su esposa Mirna Elisabeth Archaga, ha logrado abrir un camino de oportunidades para menores que anteriormente sobrevivían en condiciones extremas, en los alrededores de crematorios de San Pedro Sula y la colonia López Arellano.
“Al principio, llegábamos solo a conversar con los padres, a convencerlos de que sus hijos merecían una oportunidad diferente. Hoy, muchos de esos niños que vivían entre los desperdicios, sueñan con ser doctores, maestros o emprendedores”, expresó con emoción Mirna Archaga, directora del proyecto.
Educación gratuita y capacitación técnica
Actualmente, la organización atiende a cientos de niños con un sistema educativo integral que abarca desde preescolar hasta noveno grado.
Además de la enseñanza formal, los alumnos reciben formación técnica en talleres de barbería, tallado en madera, costura, bisutería y agricultura, fomentando así habilidades prácticas que pueden convertirse en medios de vida.
Uno de los logros más inspiradores es que algunos exalumnos capacitados ahora son instructores dentro del mismo centro. “Tenemos diez jóvenes formados en barbería que ahora cortan el cabello a todos los estudiantes e incluso a los padres de familia”, destacó el pastor Carlos Mendoza, director de la organización Brazos de Jesús.
A diferencia de muchas escuelas públicas donde los padres deben invertir hasta 2,000 lempiras por hijo, en Brazos de Jesús la educación es completamente gratuita.
Los niños reciben uniformes, útiles escolares, alimentación diaria, atención médica, y apoyo psicológico. A cambio, las madres deben colaborar al menos cuatro horas al mes en la preparación de la merienda escolar, aunque muchas deciden donar más tiempo como muestra de agradecimiento.
La organización también cuenta con una granja avícola con más de 200 gallinas, cultivos de hortalizas y un nuevo proyecto de cultivo de tilapia.
Estos recursos ayudan a garantizar la seguridad alimentaria de los niños, muchos de los cuales llegaron en estado de desnutrición severa. Actualmente, 63 menores están en un programa especial de nutrición con alimentos balanceados y seguimiento médico.
Testimonios que inspiran
Kenia Cortés, actual enfermera del proyecto, es testimonio viviente del poder transformador de la iniciativa. “Fui recolectora en el crematorio de 2012 a 2015. Comía de la basura. Hoy, gracias a Dios y al apoyo de los pastores, soy profesional de la salud y ayudo a los niños que, como yo, vivieron entre la desesperanza”, relató.
Otro caso notable es el de una joven estudiante que sueña con convertirse en maestra graduada de la Universidad Pedagógica. De lograrlo, será la primera docente egresada de la institución educativa, un hito para toda la comunidad.
Silvia García, madre de tres alumnos, narró cómo la organización le tendió la mano cuando su casa fue consumida por un incendio. “Perdimos todo, pero los pastores no nos dejaron solos, mis hijos ya tienen sus mochilas, sus útiles. Yo no estudié, pero quiero que ellos sí puedan hacerlo”, afirmó.
Más allá de los niños: apoyo integral a las familias
Además de trabajar con los menores, Brazos de Jesús brinda talleres de emprendimiento para los padres, como elaboración de productos de limpieza, sastrería y joyería artesanal, contribuyendo así a romper el ciclo de pobreza.
Sin embargo, no todo es fácil. Cada año, la organización recibe hasta 150 solicitudes nuevas, pero por falta de infraestructura solo puede aceptar 50. Por ello, están en proceso de construir nuevas aulas y gestionar becas universitarias para continuar apoyando a los jóvenes en su desarrollo.
“Queremos que nuestros alumnos no solo lleguen a noveno grado, sino que puedan convertirse en profesionales. Nuestro próximo reto es iniciar clases bilingües desde preescolar”, adelantó el pastor Mendoza.
En una ciudad marcada por la desigualdad, Brazos de Jesús ha demostrado que la educación puede ser el camino para transformar vidas, incluso en los lugares más olvidados.
Con amor, fe y compromiso, están encendiendo una luz en medio de la oscuridad, brindando a cientos de niños no solo conocimientos, sino un futuro con propósito.