Personificando a José y María, dos pequeños encabezan la procesión en una de las calles del barrio Barandillas.
Con ellos, un grupo de personas caminan portando faroles y cantando villancicos. Al llegar a una vivienda, el grupo que acompaña a los peregrinos se queda afuera de la casa y empieza a cantar el tradicional villancico pidiendo posada, y el grupo que está dentro le responde.
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Visitan varias casas hasta que por fin logran que les den albergue. Pero no solo se trata del recorrido, las posadas navideñas tienen un significado especial, dice el sacerdote Luis Estévez, porque nos recuerdan el recorrido de la Virgen María y san José en Belén buscando a alguien que les diera albergue o posada para que naciera Jesús.
En San Pedro Sula se celebran en casi todas las parroquias.
“Es bonito ver cómo se conservan esas tradiciones porque es una manera de evangelizar, recordar ese camino que recorrieron José y María antes de dar a luz y hasta el momento del nacimiento de Jesús, pero también para que las personas convivan y compartan un refrigerio en medio de un ambiente diferente”, dijo Luis Martínez, un sampedrano que participa en las posadas del barrio Barandillas.
Cada persona que acepta la posada se prepara y el recibimiento es celebrado con gran júbilo porque se comparte un refrigerio, que va desde tamales, refrescos, bebidas calientes, y a los niños se les entrega bolsitas llenas de dulces, y el que puede, da la piñata.
Por las calles sampedranas, igual que en otros sitios de Honduras por nueve días antes del nacimiento de Jesús, se escucha la procesión de los peregrinos cantando el acostumbrado villancico: “En el nombre del cielo os pido posada... Entren santos peregrinos reciban este rincón y aunque es pobre la morada se las doy de corazón...”.