07/12/2023
01:15 AM

Nuevas viviendas en SPS deben ser resilientes al cambio climático

El déficit habitacional en el país crece cada año cerca de 1.5%, esto en gran medida por el impacto generado por los fenómenos naturales

San Pedro Sula, Honduras.

Honduras es el segundo país más afectado por eventos naturales extremos, de acuerdo con el Índice de Riesgo Climático Global.

Adaptarse a ellos es una necesidad urgente para todos, y muy especial para las ciudades del país, donde vive más del 80% de la población.

Contar con la infraestructura urbana adecuada a los fenómenos naturales es una de las mejores maneras de conseguir esta adaptación.

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Si a lo anterior le sumamos el déficit de vivienda que en honduras llega al 61.9%, obtenemos un escenario donde la construcción de viviendas resilientes debería ser una prioridad para todos los países de la región latinoamericana, la segunda del mundo más expuesta a desastres naturales y a los efectos del cambio climático.

Marta Guillén, directora ejecutiva de Hábitat para la Humanidad, explicó que según estudios que han podido obtener, el valle de Sula será siempre una zona inundable, por lo que la única manera de combatirlo es hacer construcciones que de puedan adaptar a estos fenómenos propios del cambio climático.

“Aunque construyamos una obra ahorita, en 20 años se va a inundar. Lo que debemos hacer es buscar medidas de construcción que mitiguen”, manifestó Guillén.

Panorama

Datos brindados por la experta revelan que cada año el déficit habitacional aumenta cerca de 1.5%, es gran medida por el impacto de generan los fenómenos naturales, tales como el Mitch, Eta y Iota.

A la fecha solo en San Pedro Sula hay un déficit habitacional de 130,000 casas, entre nuevas y otras que requieren algún tipo de reparación.

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Para hacer frente a estas cifras, el país debería de hacer mejorar en 1.6 millones de casa cada año y construir al menos 600,000 nuevos hogares, sin embargo, entre todos los proyectos no se llega ni a las 35,000 soluciones habitacionales al año.

Denis Cabrera, sociólogo, lamentó que el no poder optar a una vivienda digna influye incluso en el estado anímico, que una vivienda no tenga acceso a servicios de agua y saneamiento, en un área segura, y localizada cerca de servicios de atención médica y de educación, afecta, y mucho, a la salud de toda la familia, de acuerdo con el académico.