Una doctora sube corriendo y se dirige a la puerta de la sala de mujeres en el cuarto piso, toca y una enfermera desamarra la puerta. Al entrar, toma de nuevo rápidamente la gasa que usa para atar las puertas y le da varias vueltas para asegurarla.
El reloj marca la una de la madrugada y comienza el toque de queda obligatorio. Las madres están en vela no solo por el dolor de sus hijos, sino por la delincuencia que acecha al Ver más noticias sobre Honduras