24/04/2024
09:49 PM

Tras incendio, Guanaja pide acelerar la reconstrucción

Los guanajeños cumplen 15 días de trabajar en la limpieza y demolición de manera rudimentaria. Hasta ahora no han llegado las máquinas.

GUANAJA

Después de dos semanas de haber sido consumida por llamas, una gran parte del cayo Bonacca, cabecera municipal de Guanaja, Islas de la Bahía, se asemeja a una zona destrozada por una guerra entre cuyos escombros algunos habitantes caminan con la vista perdida tras una solución que aún no llega.

Mientras otros de los afectados intentan derribar rudimentariamente (con martillo y almádanas) paredes rajadas de casas y edificios dañados cargan en lanchas las láminas de zinc oxidadas para llevarlas a las recicladoras de tierra firme o transportan los residuos de concreto en pequeñas carretas hasta una de las orillas del cayo.

Emerson Mejía, uno de los damnificados, espera que el Gobierno ayude a todas las familias a construir las viviendas.

Este guanajeño de 25 años vive en un cuarto que le prestó una amiga y en el cual no quiere permanecer “para no incomodar” y porque “dice un refrán que después de tres días, el muerto apesta”.

Para las más de 230 familias damnificadas que la madrugada del sábado 2 de octubre vieron sus hogares envueltos en las lenguas de fuego, el futuro es incierto. Han escuchado promesas de ayuda de una serie de instituciones, entre ellas el Gobierno, para volver a construir las casas, pero hasta ahora no sienten que tienen “algo seguro”.

Emerson Mejía (22 años) está preocupado “porque no hay nada seguro”. Le dijo a Diario LA PRENSA que “muchos han prometido la construcción de casas, pero nadie comienza a demoler para comenzar las nuevas construcciones”.

Organizaciones como Adra ayudan con ropa y alimentos a los afectados en cayo Bonacca. Unas pocas familias hacen reparaciones.
Albergue

Los damnificados viven de manera temporal en casas de familias y amigos
o en hoteles.

“Ahorita estamos en una cuartería. Estamos durmiendo en colchones. Sí hemos recibido ayuda, comida y ropa. Estamos agradecidos con todos. Ha venido ayuda de todas partes del país. La Municipalidad nos está ayudando económicamente: está dando un salario de L5,800 al mes por ayudar a limpiar lo que dejó el incendio”, dijo.

Mejía y diez familiares más vivían en el barrio Vietnam en una casa de tres plantas, construida de bloques y madera. Por estar a menos de 20 metros del lugar adonde se originó el siniestro se convirtió en una de las primeras en destruir el fuego.“Yo nací y crecí aquí. Aquí pasé mi infancia y me duele mucho ver esto así.

Tardamos mucho tiempo en construir esta casa. Primero hicimos la primera planta y con los años la segunda y la tercera. Construir aquí es muy caro. Todos los materiales son muy caros y se necesita mucho dinero”, dijo, al mismo tiempo que le indicaba a Diario LA PRENSA las ruinas de la vivienda.

Los habitantes de Guanaja están “profundamente agradecidos” con las instituciones que los ha estado ayudando, como la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), Cruz Roja, Cepudo, la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (Adra) y otras que después del siniestro comenzaron a llevar alimentos y ropa.

Los isleños se sienten apoyados por todo el país, pero necesitan que alguien les asegure la construcción de una casa.
Tarea

La reconstrucción de Guanaja demorará varios años. Los habitantes no solo necesitan recuperar las viviendas, también el sistema de agua potable, alcantarillado y la red eléctrica.

Claris Cruz Carter (70 años) le relató a LA PRENSA que “si no hubiera llegado ayuda de muchas organizaciones de Islas de la Bahía y tierra firme, la situación estaría muy mal porque aquí no hay mucho trabajo, ni dinero”.

“Ahorita tenemos ropa y comida. Estamos agradecidos, pero necesitamos que el Gobierno se ponga la mano en la conciencia y nos ayude a construir. Solo él puede hacerlo, porque esta ha sido una gran tragedia”, dijo.Las paredes de la casa de Carter quedaron en pie, pero tendrá que derribarlas porque el fuego les causó hendiduras.

Las llamas le consumieron la segunda planta.Esta vivienda, que construyó en ese mismo lugar adonde nació y que heredó de sus abuelos que llegaron de Islas Caimán el siglo antepasado, estaba compuesta por tres habitaciones, sala, cocina, dos baños y porche.

La semana anterior, Carter comenzó a instalar unas láminas en el techo que uno de sus hijos le envió de La Ceiba para convertir lo que quedó en una bodega en la cual guardará los materiales que usará para construir la nueva casa.Desde la madrugada del incendio, cuando salió huyendo, Carter vive en la casa de una amiga en la isla mayor de Guanaja.

Ella espera recuperar la vivienda lo “antes posible” parar regresar al “lugar que jamás” abandonará y el terreno que “nunca” venderá. “Mi tío me dijo que nunca vendiera porque a ellos les costó mucho sacrificio”.

Los habitantes del cayo, quienes históricamente han sufrido por los cortes constantes de energía eléctrica dado a que es generada con combustible, tras el incendio carecen del servicio de agua porque las tuberías quedaron dañadas.

El incendio acabó con tiendas, bares, restaurantes y otras fuentes de empleo. La economía ahora está más debilitada.