Madre de trillizos: “Solo gano 200 -lempiras- a la semana, y con eso les compro leche de vaca”

Juana, madre de 11 hijos, cría a sus trillizos y nietos en Yoro, enfrentando la pobreza con entereza y esperanza. Los bebés ya cumplieron un año y mientras sobrevive criando pollos, sueña con un hogar propio

Madre de trillizos: “Solo gano 200 -lempiras- a la semana, y con eso les compro leche de vaca”
Yoro, Yoro

Si hoy usted amaneció con la idea de cambiarle la vida a alguien, haga una pausa en su jornada cotidiana y deténgase a leer esta historia que vale por tres, o incluso, por 10.

Hace poco más de un año, San Pedro Sula amanecía con la emocionante noticia de que en el hospital público más grande de la zona norte de Honduras, el Mario Rivas, nacían trillizos.

En efecto, se trataba de bebés de Juana, una humilde mujer de 40 años de edad que se enfrentaba de nuevo al reto de ser mamá por séptima ocasión; y la segunda, en la que la vida la premiaba por partida múltiple, ya que también es madre de gemelas.

Los trillizos nacieron el 22 de abril de 2024, luego de que la mujer, quien creía que otra vez pariría gemelos, fuera trasladada desde el hospital Manuel de Jesús Subirana de la cabecera de Yoro.

Su caso era una emergencia ya que presentaba un cuadro de preeclampsia y había comenzado a dilatar para dar a luz.

Juana es madre y padre para sus hijos y nietos. Su hija ha sido víctima de violencia doméstica, una realidad que Juana en el pasaado también vivió.

Los tres bebés de Juana Francisca Mencía Rosales resultaron ser dos niñas y un varoncito a quienes llamó María Esther, Luis Aarón, y Martha Esther, todos de apellido Cabrera Mencía.

Hoy, sus pequeños que nacieron sanos, con excepción de María Esther a quien a los siete días de nacida le practicaron de emergencia una cirugía, crecen saludables aunque con muchísimas necesidades.

Operan de emergencia a uno de los trillizos de Juana Mencía en el hospital Mario Rivas

Los trillizos ya cumplieron su primer año de vida, aún no caminan y están bajo el cuidado de su mamá y sus cuatro hermanas mayores todo el tiempo.

También conviven con sus dos sobrinos: un bebé ocho meses y su hermanita de tres años, que quedaron al cuidado de Juana, ya que su hija y madre de las criaturas, tuvo que viajar a San Pedro Sula para poder trabajar como empleada doméstica, y ayudar con los gastos de la casa.

Las esperanzas de Juana

Para esta mujer de carácter fuerte y sueños inconclusos sus 11 hijos y los dos nietos que también está criando son su razón para vivir y luchar sin quejarse.

Desde muy temprana edad, ella se enfrentó al reto de ser mamá. De sus 11 hijos, los cuatro mayores ya no viven con ella.

A su cargo están, además de los pequeños trillizos, las gemelas Karla Alexandra y Karina Alexandra Elvir Mancía de 10 años, también Nataly Jazmín Mencía Rosales de 8 años y Ana Nayeli Elvir Mancía de siete, lo que con Juana los hacen una familia de 10.

Madre de trillizos: “Solo gano 200 -lempiras- a la semana, y con eso les compro leche de vaca”

Los nietos que cría como propios son Juana Abigail Pineda Mencía de tres años, y el bebé Óscar Fernando Reyes Mencía de ocho meses, a quien incluso alimenta con sus senos, compartiendo así el sustento que apenas ajusta para su triada.

Ese tierno bebé también necesita ayuda especial. Nació con una malformación en una de sus extremidades inferiores conocida como pie equino varo, una condición que puede corregirse con cirugía.

Estar a cargo de tanto niño le impide a Juana poder trabajar. Hace un año, enfrentaba con miedo e incertidumbre la crianza de sus nuevos hijos, y aunque en el camino ha hallado muchas manos solidarias que la han apoyado, su sueño de tener un techo propio y un negocio para sacar adelante a la familia, aún no se concreta.

Sobrevive cuidando pollos

Para Juana la vida es ajetreada. Además del cuidado de nueve niños, es su responsabilidad velar por 46 pollas, las que alimenta todos los días con comida concentrada, y cuyo espacio debe mantener aseado para el bienestar de las aves.

Esa tarea encomendada por una profesora de buen corazón en Yoro, es lo que le garantiza un techo digno y un espacio amplio para que los niños vivan su infancia.

“Me ha ido muy bien, gracias al Señor, pues un bocado no nos ha faltado, un techo tampoco, pero no es un techo propio, siempre me han dado donde vivir y no me ha ido tan mal, aquí estoy, que ya ellos ya tienen un añito en medio de lucha y prueba”.

Juana le mostró al equipo de LA PRENSA Premium y a la enfermera Mirty Palacios las pollas potencialmente ponedoras que cuida. Cree que criar pollos también puede ser un buen emprendimiento para ella.

Aunque las manos no le ajustan para todo el quehacer que tiene a diario, Juana quisiera emprender un negocio de venta de tortillas o de baleadas, ya que a la semana subsiste con los 200 lempiras que le dan por el cuidado de las aves.

De vez en cuando lava ropa ajena, para conseguir otra entrada de dinero, pero el día se vuelve corto para intentar hacer más.

Desde enero de este año vive en la aldea San Diego, un lugar en las afueras de Yoro donde le queda cerca la escuela para sus niñas más grandes.

“Gano solamente 200 pesos -lempiras- que son para la leche de ellos. A la semana eso se va, 200 pesos en la leche de vaca para ellos”.

Esta es la pequeña vivienda en donde vive Juana con sus nueve niños. La vivienda es cómoda y segura para los pequeños. El apoyo se lo agradecen a la profesora Mayra, quien les facilitó el espacio para que vivan.

Añade que ya para el gasto de comida del resto de la familia y para suplir las necesidades más básicas, es el apoyo de la gente y sus vecinos, el que la saca adelante. “De repente la gente a veces me trae así, bocaditos”, dice sin quejarse de su suerte.

El día que la visitamos, pensaba hacer de almuerzo sopa Maggie con papas, a la que le agregaría los huevos que puso una de las dos gallinas que compró en el pueblo y que le suministran esa importante proteína.

Aunque los niños no parecen tener bajo peso, es un hecho que su alimentación básica es deficiente. Comen pocas frutas y verduras, y la carne ni siquiera se ve por su cocina. Por lo general cocina frijoles para que su sopa no falte y mantiene arroz, ya que rinde para todos.

Mirty Palacios, enfermera que ha estado pendiente de Juana y sus niños desde que nacieron los trillizos, contó que la fundación Celaque ha apoyado a Juan con leche de lata para sus pequeños.

Juana cuida con amor a sus pequeños, aunque recientemente se le enfermaron de la piel. Ella cree que les salió herpes, pero no ha podido ir al centro de salud ya que a pie, este lugar le queda como a una hora de camino.

Ella quisiera que sus niños tuvieran su propio hogar. Gracias a la solidaridad de los yoreños, los niños visten y calzan, pero la seguridad de su propio hogar es lo que ella añora darles.

"Si quisieran y pudieran volver a ayudar, lo pueden hacer, porque como el digo, necesito donde vivir, aunque sea pequeño, pero que no sea prestado", dijo mientras los tres niños lloraban, clamando su atención.

Si quisiera apoyar a Juana y a sus niños, la forma más segura de hacer llegar cualquier ayuda económica es a través de la enfermera Mirty Palacios quien labora en el hospital Manuel de Jesús Subirana.

Ella ha puesto a disposición su cuenta de ahorro en lempiras en Banhcafe número 25701005557. A Juana la puede contactar directamente llamándola al 9848-7696.

Ningún pariente, ni cercano ni lejano está autorizado a recibir o pedir ayuda en su nombre, ya que en el pasado, un miembro de su familia se quedó con mucha de la ayuda para sus bebés.

Para los niños, necesita además, comida no perecedera, ya que se la dañó una refrigeradora que le regalaron, también leche en lata como Nido, así como pañales desechables y alimentos que ayuden en la nutrición de sus pequeños.

Los trillizos aún no caminan, pero van de un lado a otro, gateando.
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Jessica Figueroa
Jessica Figueroa
jessica.figueroa@laprensa.hn

Periodista de investigación, editora y cronista. Con 22 años en el periodismo escrito y multimedia. Con subespecialidades en diseño y edición gráfica e inteligencia artificial.