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El Estado pagó L500 millones por viejo conflicto en Colón

  • 21 septiembre 2021 /

El Estado de Honduras ha pagado más de L500 millones por las tierras que ahora tienen los campesinos luego del sangriento conflicto de 2009 a 2013.

EL CRECIMIENTO DE MUCA

Inversiones.Comprarán planta extractora.Las empresa de Muca, que actualmente solo producen los racimos de semilla de palma, aspira a mediano plazo a comprar una planta extractora para exportar directamente el aceite al mercado exterior y obtener más ganancias. Afectados. Perjudicados por el clima y precios.? Los prolongados veranos han afectado los cultivos de maíz de los campesinos de Muca. También los bajos precios del aceite de palma registrados en los dos años pasados evitaron que alcanzaran los ingresos proyectados. Desarrollo. Dinero para educación y salud de los niños. Las empresa Muca invierte las ganancias en la construcción de escuelas y centros de salud. Durante los primeros años pagaron a los profesores. Actualmente, la Secretaría de Educación paga los salarios de los maestros. Ganancias. Ganan un salario y ahorran millones. ?Las empresas asociativas emplean a los adultos y les pagan un salario mensual. Además, les retiene un porcentaje por concepto de ahorro. A final de año, entre todos ahorran unos 16 millones que usan para pagar deudas.

Tocoa, Colón. El Estado de Honduras ha pagado más de L500 millones por las tierras que en diciembre de 2009 ocuparon unas 3,000 familias en Colón y cuyo conflicto causó la muerte de más de 200 personas. Sin embargo, el alto costo que ha asumido el Estado, por no tener una política agraria, no ha retribuido los frutos esperados de las organizaciones campesinas que invadieron propiedades privadas.

En esa ocasión, los campesinos invadieron fincas de palma aduciendo que el Gobierno de Rafael Leonardo Callejas (1990-1994), por medio de la Ley para la Modernización y Desarrollo del Sector Agrícola, les facilitó a empresarios adquirir tierras “a precio de gallo muerto” que habían estado en manos de pequeños agricultores.

El Movimiento Unificado Campesino del Aguán (Muca) y Movimiento Auténtico Renovador Campesino del Aguán (Marca) lograron que el Gobierno de Porfirio Lobo Sosa negociara con los empresarios afectados la compra de las fincas invadidas poniendo al Estado como aval.

Una década después, solamente el grupo de Muca, que está asentado en el margen derecho del Aguán, ha logrado un desarrollo económico. La otra parte está envuelta en conflictos internos. Marca posee muchas más tierras, pero hasta ahora no logra explotarlas económicamente.

Margen derecha. Después de diez años de trabajo en el campo y de organizar el andamiaje empresarial, cientos de hombres y mujeres del Muva ahora tienen tractores, centros de salud, kínder, escuela, colegio y “muchos sueños que alcanzar para que las nuevas generaciones no sufran pobreza”.

Estos campesinos recuerdan que en diciembre de 2009 unas tres mil familias comenzaron un proceso de invasión paulatino de 27 fincas, propiedad de empresas productoras y exportadoras de aceite de palma en el Bajo Aguán. Desde ese mes y durante unos cuatro años, esta región se transformó en el escenario de uno de los conflictos agrarios más severos y mortíferos de las últimas tres décadas.

El presidente Lobo Sosa para frenar el conflicto, que causó la muerte de 142 campesinos, logró que el Banco Hondureño de Producción y Vivienda le desembolsara a esa organización un préstamo por más de L600 millones para comprar las tierras. Los beneficiados se comprometieron a pagar unos L20 millones cada año más los intereses (una tasa de 6%) y obtuvieron tres años de gracia.

En 2021, Vitalino Álvarez, quien durante la invasión era la cara visible del movimiento, dice que “afortunadamente el movimiento logró las metas y demostró que las tierras que peleaban eran para producir y mejorar las condiciones de vida de todas las familias que en ese momento tuvieron que arriesgar sus vidas”.

“De tres mil familias que luchamos por las tierras, nos quedamos 640 familias. La mayoría emigró hacia otras partes, como Estados Unidos, porque llegamos a un momento muy difícil y trágico. Perdimos 142 compañeros. Cuando miraron que nos estaban matando, por defender esas tierras, muchos se fueron. Pero hoy, solo en Muca, tenemos 16 empresas asociativas”, dijo Álvarez en una entrevista con Diario LA PRENSA.

Estas empresas están constituidas por los campesinos que fundaron los asentamientos La Confianza, Lempira, Aurora y Concepción en la margen derecha. Estas pequeñas unidades de negocios, además de fruta de palma, producen plátano, café, maíz y carne de res.

“Nosotros producimos 50,000 toneladas de palma en cuatro mil hectáreas. El dinero que obtenemos por las ventas ha sido invertido en la construcción de escuela, centros de salud, tractores, maquinaria y vehículos que no podríamos comprar si no trabajáramos unidos y si no tuviéramos una administración transparente”, dijo Álvarez.

Según Álvarez, esta batalla les ha permitido a los jóvenes, que el día que invadieron los terrenos eran unos niños de siete años, tener un mejor futuro que en este momento “es envidiable” y asegurar “una mejor vida a las nuevas generaciones que nunca hubieran tenido acceso a educación y salud” si esas familias no hubieran puesto en juego sus vidas.

“Nosotros ya no somos los campesinos que teníamos una mochila y un machete el 15 de diciembre de 2009. Somos un ejemplo de desarrollo, somos hondureños que trabajamos para desarrollar a nuestras familias y desarrollar la economía de Tocoa. El comercio de Tocoa ha crecido en los últimos años porque hay más personas que consumen”, dijo. “Comenzamos a vivir en casas de nailon, hoy tenemos casa de bloques”.

Con esta lucha, la cual también provocó la muerte de policías, soldados y otros ciudadanos, los campesinos de Muca lograron quedarse con 4,000 hectáreas de tierra: 2,000 para los que están en la margen derecha y 2,000 para los que viven en la margen izquierda del Aguán.