Recuerde aquel antiguo dicho griego: 'Cuando los dioses quieren destruir a alguien, primero lo enloquecen'.
Le recomiendo como norma para mantener la cordura y la armonía interior que intente siempre vivir el presente y así sobrevivir en un mundo caótico. Estar anclado en el futuro cultivando con sus preocupaciones miedos irracionales o vivir en el pasado recordando cosas funestas y aturdiéndose con rencores o con complejos de culpa, todo eso le va poco a poco minando la salud mental.
Pregúntese sinceramente: ¿Durante el día, en cuántos momentos estoy realmente viviendo el presente?
De hecho es lo único que tenemos. El Señor Jesucristo quiere que vivamos el presente, diciéndonos que 'cada día tiene su afán' y no nos preocupemos mucho, ya que quien busca el Reino de Dios, lo demás lo tendrá por añadidura.
Quisiera que se trasladara a un parque y viera jugar a los niños. Mírelos cómo están concentrados en sus juegos, atentos a todo lo que les da el presente y gozando de un momento realmente estelar.
Para ellos no hay más mundo que ese parque y sus expresiones solamente giran en relación con lo que están haciendo.
Contemple a un pintor de fama haciendo una obra. Está ocupado en el lienzo y en la combinación de colores y moviendo la brocha con cuidado, buscando acentuar los espacios de luces y sombras, fija la mirada en los contornos de la figura que está plasmando. No hay más mundo para él. Un cirujano oftalmólogo está concentrando toda su mente y facultades en extirpar el tumor que tiene en el ojo un paciente.
¡Vaya si no vive el presente! En ese momento no hay otra realidad que ese ojo y está conectado con la realidad que solamente se vive en el presente. Todo esto hace que una persona pueda garantizar una mejor salud mental. Hay muchas personas que tienen perdida la mirada en mundos que no existen, ya sea pasados o que todavía no han llegado. Claro que en cuanto al pasado hay que aprender de los errores y hay que soñar, planear y visualizar el futuro.
Hay que tener metas y sabiduría para no caer en los mismos fallos de ayer. Eso está bien, pero quien está solamente viviendo del ayer o preocupado por el mañana, se escapa de vivir la hermosa y trascendental realidad del presente. Solamente en el presente se puede amar a Dios, entrar en diálogo con él, escuchar su Palabra, atender a su amor paternal y entregarse al Señor.
Solamente en el presente se puede abrazar a un hijo, escuchar a su cónyuge, inspirarse para hacer unos versos, pedir perdón por un fallo y gozarse de un bello amanecer o de la sonrisa de un bebé fruto del amor con su pareja.
Dios es un eterno presente de misericordia, amor, sabiduría y plenitud.
En Él no hay pasado ni futuro. Estar en Dios es introducirse en el presente y quedar extasiado de su presencia, contemplando su radiante hermosura. Cuántos momentos presentes nos hemos perdido por tareas hechas con prisa y sin atención a lo que hacemos y por estar nuestra mente divagando en los fantasmas que nos hemos creado con nuestros rencores y miedos.
Cuántas oportunidades se han perdido para entablar diálogos de calidad que hagan firmes nuestras relaciones humanas por estar en ese momento la mente ocupada rumiando preocupaciones y agitada por el estrés de ocupaciones hechas sin control, olvidándose de que hay que 'darse un tiempo' para uno y así pensar y evaluar cómo va nuestra vida.
Esas prisas y angustias que ponemos para hacer las cosas, sin priorizar en lo que debe ir primero, invirtiendo mucha energía en cosas que no lo merecen, nos van afectando la mente y provocando, con el tiempo, un 'colapso nervioso'. ¡Cálmese y baje el ritmo que lleva! Vuelva la mirada al Señor, quien dijo que vinieran a Él los cansados y agobiados, que Él los aliviaría en su angustia y gócese de su presencia, porque con Dios somos invencibles.