Hay en el imaginario de los habitantes de nuestro país una idea equivocada que es urgente eliminar. Ante cualquier tipo de problemas que enfrentan las comunidades se clama por el auxilio gubernamental y se exige una respuesta inmediata y efectiva.
Y decimos que es urgente eliminar porque, si bien es cierto, el Estado está al servicio de los ciudadanos y hay acciones que estos no pueden emprender por sí solos porque superan sus posibilidades, como la construcción de un hospital, una escuela o una vía de comunicación, también es cierto que cada uno de los miembros de una colectividad tiene una responsabilidad personal también ineludible y deben ponerla en ejercicio para hacer frente común a las necesidades o a los desafíos.
La actual emergencia sanitaria por los altos índices de transmisión del dengue en Honduras, así como sucedió con la pandemia de covid 19, virus que sigue presente entre nosotros, debe recibir una respuesta no solo en los ámbitos de competencia de las autoridades sanitarias sino en cada uno de los hogares, en cada una de las familias, para hacer frente con efectividad a estas enfermedades.
El Estado invierte sumas importantes de dinero en campañas que buscan crear conciencia en la comunidad sobre las medidas que deben tomarse para evitar la proliferación del zancudo transmisor del dengue, pero, luego, toca a cada ciudadano velar porque esas medidas se cumplan en su propia casa y para que los mensajes que se repiten a través de los medios de comunicación no caigan en el vacío. Igual, en los centros de salud se puede distribuir abate para que se deposite en los diferentes recipientes de agua; pilas, barriles, baldes, etc., pero corresponde a los habitantes de las viviendas proceder con la abatización del agua. Los cuidados que deben tenerse en los hogares es responsabilidad de los que ahí viven, sobre todo de los adultos, y no de los funcionarios del sistema sanitario.
El gobierno no puede, ni debe, sustituir a los ciudadanos en aquellas acciones que estos pueden realizar por sí mismos. Los ciudadanos no pueden hacer dejación de sus responsabilidades particulares porque en la consecución del bienestar común estas son compartidas.
Si cada uno de los habitantes de los barrios y colonias de las ciudades en las que los niveles de infestación son mayores actúan con diligencia de cara a la emergencia, habrá más espacio disponible en los hospitales para los que necesiten acudir ahí. Cada uno debe hacer lo suyo, o todos pagaremos las consecuencias de nuestra indolencia.