Hoy celebramos en Honduras el Día del Padre, fecha que coincide con la festividad de San José en la tradición católica. Y aunque no todos los países lo festejan en esta fecha, las razones son las mismas: fortalecer esa relación entre hijos y padres, cultivando sentimientos de agradecimiento, amor y admiración por esos papás que se han involucrado activamente en la crianza y educación de sus hijos; por quienes comparten la responsabilidad en el hogar y entienden la importancia de la figura paterna en la familia y cómo esta puede modelar el futuro de los hijos. El papel de un buen padre, dicen los psicólogos, favorece en la educación y en el desarrollo afectivo y emocional en las edades tempranas porque, desde que nacen, los hijos necesitan, siempre, de ese ejemplo en sus vidas.
Como ha declarado el papa Francisco, a propósito de esta fecha: “No se nace padres, pero ciertamente todos nacemos hijos. Esta es la primera cosa que debemos considerar, es decir, cada uno de nosotros, más allá de lo que la vida le ha reservado, es sobre todo un hijo, ha estado confiado a alguien, proviene de una relación importante que lo ha hecho crecer y que lo ha condicionado en el bien o en el mal. Tener esta relación y reconocer su importancia en la propia vida significa comprender que un día, cuando tengamos la responsabilidad de la vida de alguien, cuando debamos ejercer una paternidad, llevaremos con nosotros toda la experiencia que hemos acumulado personalmente. Y es importante entonces —señalaba el pontífice— poder reflexionar sobre esta experiencia personal para no repetir los mismos errores y para atesorar las cosas hermosas que hemos vivido”.
“Podríamos decir que los hijos de hoy que se convertirán en los padres de mañana deberían preguntarse qué padres han tenido y qué padres quieren ser. No deben dejar que su papel paternal sea el resultado de la casualidad o simplemente la consecuencia de una experiencia pasada, sino que deben decidir conscientemente de qué modo amar a alguien, de qué modo responsabilizarse de alguien...”, reflexionaba el Papa sobre el desafío y complejidades de la paternidad.
Y en estos tiempos complicados, con las terribles consecuencias de la pandemia que golpean a las familias que enfrentan enfermedades, el dolor de la muerte y un futuro incierto por el galopante desempleo, son los padres los llamados a reconfortar, a iluminar, a guiar a los suyos para salir adelante con optimismo, desafíos que solo se consiguen estando presentes.
Para todos ellos, nuestro reconocimiento y profunda admiración. ¡Feliz Día del Padre!
