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Pascua

  • 10 abril 2020 /

    La gran celebración de la fiesta por excelencia del pueblo cristiano, la Vigilia Pascual, tiene este año la dimensión perfecta, el contenido más exacto de la realidad que vivimos los hondureños con un presente sobre el que apostillamos, “cuando haya pasado todo esto…”. Este es el mensaje de la Pascua, el paso de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad que, vivido primero por el pueblo judío al recordar la salida de Egipto, renace en la comunidad cristiana con la resurrección del Maestro, el primero que abre el camino.

    Aunque la ausencia de fieles dé paso a la nostalgia de otros años con templos abarrotados, el significado y el llamado de la fe durante el desarrollo de la liturgia, fuego nuevo, encendido del cirio, el canto triunfal del Gloria, son hoy más fuertes y necesarios por la incertidumbre y angustia en que vivimos. Como la Pascua hebrea y cristiana es, sin embargo, la oportunidad de triunfar en la crisis, pues el ser humano fue hecho a imagen y semejanza de su creador.

    A la descomposición social y el debilitamiento moral hemos de presentar cartas de triunfo que fortalezcan nuestra capacidad, probada en numerosas ocasiones, de superación. Es el contenido permanente del mensaje pascual que desde la voz del Sinaí proclama la libertad y la ley como fundamento de la sociedad y del derecho de las personas a creer en la trascendencia, más allá de la pasajera existencia terrenal.

    La Pascua cristiana, ubicada en la gran fiesta de los judíos del mes de Nissan, tiene sus raíces en la plena renovación, en el nuevo nacimiento que proporciona una dimensión y visión de eternidad sobre lo efímero de la vida, que, como señala un clásico de la literatura hispana, es río que va a dar a la mar, que es el morir.

    Desde la perspectiva religiosa no hay equívoco en el mensaje: muerte, resurrección, creer en Dios y escuchar al Maestro de Galilea es recorrer el camino seguro hacia una vida en el más allá, presente diariamente en una conducta ejemplar que lleva en sí el germen de la renovación; es decir, el optimismo y la esperanza, que tanto necesitamos en estos momentos.

    Feliz y reconfortante Pascua de Resurrección con fortalecidos y compartidos ánimos en cada una de las familias hondureñas, pues después de la tempestad viene la calma, y tras la jornada de sufrimiento, Viernes Santo, llega la jornada de gloria, oportunidad de vencer la crisis. Jesús vive y nos invita a participar en la comunidad sin fronteras, en la que el ser venza definitivamente al tener. Pascua, paso a la vida, a la libertad…