Allá por mis años mozos irrumpió en la radio y en los escasos televisores una canción que invitaba al baile con su ritmo pegajoso, pero no todos entendían su letra. Al principio, yo tampoco la descifraba, hasta que en vez de bailar la melodía me senté a ponerle atención. La primera estrofa me dejó claro que se trataba de un tributo a la obra inmortal de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”, publicada unos cuatro años atrás y que yo ya había disfrutado. “Los cien años de Macondo sueñan en el aire y los años de Gabriel, trompetas lo anuncian”, así comienza más o menos la melodía “Macondo”, del peruano Daniel Camino Diez Canseco, interpretada por Óscar Chávez, entre otros artistas.
Quien la escucha y ha leído el libro se remonta a los episodios de la historia escrita por el Premio Nobel, o se ve de repente canturreando alguna de sus estrofas: “encadenado a Macondo sueña/ Don José Arcadio/ y ante él la vida pasa haciendo/ remolinos de recuerdos”. Entre las notas musicales están inmiscuidas semblanzas como la tristeza de Aureliano, la belleza de Remedios, las pasiones de Amaranta o el embrujo de Melquiades.
Uno de sus estribillos está dedicado a Mauricio Babilonia, quien en la obra es un aprendiz de mecánica de la compañía bananera y tiene la característica excepcional de ser perseguido siempre por un enjambre de mariposas amarillas.
En cuanto se anunció la muerte de Gabo, hace diez años, la canción sobre la “epopeya del pueblo olvidado” sonó de nuevo como si hubiese surgido de una “memoria quemada al sol”. Ahora que está en boga otra vez la obra por haber sido adaptada a una cacareada serie de Netflix, no dudo que el tributo musical resurja con renovada fuerza en las redes electrónicas, ahora más extensas y tecnificadas.
La serie televisiva ha recibido críticas favorables y desfavorables. No es para menos, pues no es fácil convertir en imágenes la literatura mágica de la obra maestra. Tampoco es factible ver en el televisor una realidad que coincida con la idea que, sobre los acontecimientos novelescos, tiene cada uno de los lectores del fabuloso libro.
Analistas literarios son del criterio de que la versión televisiva de la obra no hace justicia a la narrativa que el escritor empleó en su libro, por ser la serie un producto industrial retocado por productores que estuvieron más pendientes del marketing que de la historia de Macondo. La verdad es que no se puede esperar un disfrute igual de la lectura del libro a la de su interpretación televisiva.
Por ello es preferible ver la saga de los Buendía con el deleite con que escuchamos la canción “Macondo”, que bailó el propio García Márquez.