27/03/2024
04:58 PM

Sin tiempo

Francisco Gómez Villela

Aquella tarde de domingo se disponía a enfundarse por primera vez en unos pantalones acampanados. Corría la primera mitad de la década de los 70. Iba al cine de la tarde, la actividad social más esperada por los jóvenes. Estábamos despertando a la adolescencia en una época dorada donde el rock, la libertad y la paz eran los estandartes que identificaron un movimiento juvenil como nunca antes visto. Tanto así que aún sirve de punto de referencia para estudios de comportamiento humano y para analizar el desempeño de esa juventud alocada que con el tiempo se volvió la que más riqueza ha generado en toda la historia. De hippies a potentados. ¿Como sucedió esto en personas que fueron catalogadas como vagabundos, haraganes, desocupados? ¿Suerte, necesidad, inspiración? Sea lo que fuere dio resultados completamente imprevisibles. No ha habido otra generación que haya logrado tanto como grupo. Fueron los que al madurar valoraron la productividad y no toleraban el ocio. Su meta fue la obtención de un estatus. Creían en muchos casos que el fin justificaba los medios. Crearon la sociedad de consumo por su afán de tener vidas con todas las comodidades que pudieran comprar. En la actualidad, son la mayor fuerza política, cultural, industrial y académica en el planeta.

En los Estados Unidos son los que tienen los ingresos económicos más altos. Pero tal vez también sean los culpables del estado actual del planeta. Su búsqueda del buen vivir llevó a la humanidad a una carrera por el consumo y el derroche que dio origen al mundo actual, frío y desalmado en la búsqueda de placer. Tal vez sean los culpables, por su manera equivocada de demostrar amor a sus descendientes con bienes materiales, de la irresponsabilidad e insensibilidad de las nuevas generaciones. Demasiado materialismo en sus mentes. Obviamente ese no fue su propósito. Pero el consumismo acabó con la paz mental y desató la envidia. De allí el estado actual de la convivencia. Humano contra humano. Cuerpos sin alma, en competencia encarnizada por todo, intolerantes a opiniones contrarias. Y como resultado una escalada de violencia imparable a todo nivel.

La generación pacífica por excelencia no tuvo la capacidad de ver el futuro confrontativo que estaban forjando para las nuevas generaciones. Y cuando se percataron del error ya no había tiempo para enmendarlo. Ya el planeta despertaba a una nueva impronta. La época de los pantalones acampanados, cabello largo, rock psicodélico fue única, irreemplazable. Sus motivaciones, paz y amor son historia.