Señor presidente, aquí lo tenemos todo

Con apenas el 8% de la población mundial, esta región posee todos los recursos esenciales para convertirse en la primera zona plenamente autosuficiente del planeta.

En un mundo que se desmorona entre guerras, desinformación y catástrofes nucleares latentes, América Latina brilla como una anomalía histórica: pacífica, fecunda, culturalmente cohesionada y colmada de riquezas.

Con apenas el 8% de la población mundial, esta región posee todos los recursos esenciales para convertirse en la primera zona plenamente autosuficiente del planeta.

Recientemente he enviado una carta al presidente Donald Trump proponiendo una reorientación total de la política exterior de Estados Unidos: que toda su ayuda internacional, su inversión y su influencia diplomática se enfoquen exclusivamente en el hemisferio occidental.

El objetivo no es el aislamiento, sino la construcción de una nueva arquitectura geopolítica hemisférica, donde Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe puedan caminar hacia una independencia estratégica del resto del mundo.

América Latina no conoce guerras interestatales modernas ni conflictos religiosos, ni armamento nuclear. Su compromiso con la paz está sellado en el Tratado de Tlatelolco, que la convirtió en la primera zona densamente poblada libre de armas nucleares.

Pese a la violencia interna y los desafíos democráticos, nuestra región ha mostrado una voluntad firme de dirimir conflictos por medios civiles y electorales.

Pero más allá de su paz relativa, esta tierra es un poema de recursos. “América no invoca mi voz: la sangre la llama, la aurora la llama”, escribió Pablo Neruda en su “Canto general”, donde convirtió a nuestra geografía en verso revolucionario.

De las salitreras del norte chileno al pulmón amazónico, de las aguas del Guaraní a los minerales de México y Bolivia, del grano argentino al petróleo brasileño y venezolano, esta región lo tiene todo: agua, energía, metales raros, alimentos, biodiversidad y un legado cultural vasto.

Jorge Luis Borges, en su forma enigmática, nos recordaba que “América es más antigua que Europa. América es el porvenir y también el origen”.

Tal vez intuía lo que hoy se vuelve urgente: que debemos proteger este santuario de abundancia. La historia puede girar rápidamente.

Llegará el día en que miles de millones huyan de continentes devastados por guerras, desastres nucleares o crisis climáticas.

Cuando eso suceda, las costas de América serán el último refugio de la humanidad.

Debemos prepararnos. Defender nuestro territorio, nuestra soberanía y nuestra unidad. Rechazar las cadenas de dependencia con potencias extrarregionales y fortalecer los lazos internos del hemisferio.

La cooperación entre América del Norte, América Latina y el Caribe no es solo deseable: es vital. Tenemos todo lo que el mundo necesita, y lo tenemos aquí.

Es hora de construir un nuevo orden geoeconómico hemisférico. Uno basado en la cooperación, la defensa mutua y el desarrollo soberano. Las Américas pueden sostenerse solas. El mundo podrá desmoronarse – pero las Américas podrán sostenerse juntas.

las columnas de LP

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