19/01/2025
09:59 AM

Nasralla, ¿a las puertas de otra pesadilla?

Arturo Nolasco

Con el apoyo incondicional de Luis Redondo, hoy presidente del Congreso Nacional de Honduras, Salvador Nasralla funda el Partido Anticorrupción, PAC, el 17 de marzo de 2012, entregando a los hondureños una nueva alternativa para ir a las urnas, pero sin lograr el éxito que los ingenieros se habían planteado en esa primera incursión.

Siete años después de la fundación del PAC, que hoy sobrevive gracias a algunos personajes que continúan montados en una estructura que terminó siendo como la DC, PINU, UD, etc, Salvador Nasralla termina de enterrar ese sueño ideal y se embarca en una nueva aventura política: el 19 de noviembre de 2019 funda el Partido Salvador de Honduras, PSH.

En menos de 10 años, Nasralla ya había navegado en alianzas con otros partidos políticos, como Libertad y Refundación, LIBRE, donde más que logros, se convirtió en un incomprendido hasta despedirse de este instituto político liderado por el expresidente Manuel Zelaya Rosales y a quien apoyó con determinación para sacar del poder a Juan Orlando Hernández Alvarado.

A la fecha, Nasralla continúa enarbolando su idea de luchar contra la corrupción en Honduras, pero hasta ahora lo que ha logrado es abrirse paso sin problemas, más que los naturales de la burocracia y su papeleo cotidiano para ir inscribiendo partidos, pues su lucha sigue estando enmarcada en una idea, una idea siempre bienvenida en los escenarios donde él decida exponer sobre sus sueños.

Esta primera semana de junio fue el Partido Liberal de Honduras el que abrió las puertas a Salvador, dándole una bienvenida a la altura y esperando que su nuevo integrante pueda poner en práctica lo aprendido en política durante sus 14 años en este mundo, que hasta 2012 era desconocido para el señor de la televisión.

Pero más allá de Nasralla y la atención mediática que provocan sus acciones, el Partido Liberal continúa mostrándose errático, sin estrategia ni norte, las decisiones de su central ejecutivo distan de volver a convertir el partido en una opción con alternativas reales y enmarcadas en sus principios fundamentales...

Se trata de un partido político que en su último cuarto de siglo no logró construir una estructura de liderazgo que recuperara la confianza de sus ya mermados militantes y casi anónimos a nivel nacional. Se trata de una bandera rojo, blanco, rojo que hoy flamea por inercia, no por convicción.

El Central Ejecutivo del Partido Liberal, en su desesperada búsqueda de un líder que le haga sentido, desde su perspectiva a los liberales, no logra ver una alternativa en sus decanas estructuras, relegando el trabajo y credibilidad que, a través de dos décadas, esa segunda y tercera fila diseminada a nivel nacional, sí tiene, y no lo digo yo, sino los 90 alcaldes electos en 2021 dando fe que al interior del país el liberal sí cree en líderes de un partido que a nivel de cúpulas dejan entre ver que no han hecho méritos.

Algo está claro en todo esto, tomando en cuenta que Salvador Nasralla llegó a ser Designado Presidencial en el actual gobierno, no querrá menos que eso en el Partido Liberal, sino convertirse en el presidenciable principal de un partido que lo aceptó para eso.

A primera vista pareciera una decisión correcta ante la escasez de líderes aceptados por la mayoría liberal, pero no sensata para aquellos ideales que sostuvieron al otrora partido más grande de Honduras hasta antes de los 2000.

Lo seguro acá es que habrá efectos colaterales e incertidumbre a lo interno de un partido que no cambiará su dinámica o tendencia de criterios y opiniones divididas tras la llegada de Salvador.

El alcalde de San Pedro Sula, Roberto Contreras, adelantó entre semana que, igual en los próximos días se sumaría al Partido Liberal el diputado Jorge Cálix, más 14 de sus seguidores y actuales congresistas, todos ex de LIBRE, pero hasta ahora una acción que no se ha concretado y que al parecer ya no sucederá.

De confirmarse la llegada de Cálix al Partido Liberal, se convertirá en una nueva trinchera a la que debe convencer Salvador Nasralla para lograr apoyo total y decidido del partido en sus aspiraciones de ser presidente de Honduras. Así pues, que lo parecido a una bonita y cercana oportunidad para tocar la gloria, en la práctica se convertiría en otra pesadilla más para el ingeniero Nasralla.

Y sí, más allá de cualquier suposición, lo real y confirmado en todo esto, es que Salvador suma otra experiencia en una “gran coalición”, donde cada vez se vuelve más experto, y el Partido Liberal por fin decide abrirse a una estrategia de este tipo para pasar de ser espectador a actor principal en su búsqueda de recuperar el poder.