Regular las redes sociales es tan delicado como tocar los nervios más profundos de la religión, política o fútbol. Las emociones y apegos que estos temas despiertan en la sociedad son similares a los que emergen cuando se discute sobre la libertad de expresión en el ámbito digital.
Aunque la libertad es un derecho intrínseco, en épocas electorales las redes sociales pueden convertirse en armas poderosas que alteran la cohesión social y la salud de la democracia. Por ello surge la necesidad de implementar regulaciones específicas en estos períodos críticos, buscando un equilibrio entre la integridad democrática y el respeto a las libertades individuales.
La regulación de las redes sociales en tiempos electorales se vuelve un tema de debate sobre democracia, libertad de expresión y el derecho a la información como pilares inquebrantables. No obstante, consideremos los riesgos de las narrativas en estas plataformas, que pueden manipular la opinión pública, desinformar y socavar la legitimidad de los procesos electorales y la cohesión social.
Recientemente, el debate sobre la regulación de las redes sociales ha tomado un giro hacia un enfoque más autoritario.
Países como Irán y Egipto ya han implementado medidas restrictivas, y en Latinoamérica, Nicaragua, y ahora el Pleno de Venezuela, promueve una ley para regular las redes sociales tras las denuncias de manipulación informativa.
He abordado este tema desde varias perspectivas. En 2021 publiqué artículos sobre la necesidad de una regulación justa. En 2022 realicé un estudio sobre la Ley Electoral hondureña, y en 2023, en mi libro “No solo fake news”, profundizo cómo se pueden regular en los procesos electorales. Mi enfoque ha sido encontrar un equilibrio que proteja la democracia sin sacrificar derechos fundamentales.
La Voz nos recuerda que Justo defiende una regulación democrática que proteja la libertad y la integridad del proceso electoral. Cínico, en contraste, promueve una vía autocrática que restringe la libertad bajo el pretexto de control. Ciudadano enfrenta las consecuencias de la desinformación. En esta encrucijada es crucial elegir un enfoque que mantenga el equilibrio entre libertad y democracia.
