12/01/2025
06:10 PM

Querer a este país

Roger Martínez

Si la virtud del patriotismo se define como el amor de predilección que se profesa a la tierra que nos vio nacer, queda por entender en qué consiste ese amor de predilección. Y como sobre el amor se han dicho y escrito tantas cosas, unas bastante acertadas, otras menos, vale la pena reflexionar, en primer término, sobre el concepto de amor patrio.

Mi acepción preferida del vocablo amor es aquella que señala que amar es buscar el bien objetivo de otro. Ese deseo y búsqueda del bien objetivo del otro implica pensar en qué es lo que al otro más conviene, incluso cuando eso implique una desventaja para mí o vaya en contra de mis propias apetencias. Por eso es que el amor tiene un importante componente de renuncia. El caso de la madre que renuncia al sueño o, incluso, al ejercicio profesional temporalmente por cuidar de sus hijos, es, tal vez, el que mejor ilustra lo que he afirmado antes. El amor verdadero es capaz de sacrificios personales, de hacer a un lado incluso aspiraciones legítimas, con tal de que la persona amada pueda tener a mano la felicidad. Cuando de verdad se ama se es feliz en la medida que el ser amado lo sea. Porque si lo que se pretende es el propio bienestar y no el ajeno, estamos más bien hablando de una disimulada manifestación de egoísmo, bajo capa de supuesto amor.

Poco tiene que ver pues el auténtico sentido del amor, del amor hacia la patria del que se hace gala en los discursos que suelen pronunciarse en el mes que comienza mañana, con las acciones de muchos que dicen actuar por interés patriótico y luego resulta que es por puro interés personal o de grupo.

El problema muchas veces parte de que se habla de la patria como pura abstracción. Y la patria no es etérea; la patria tiene rostros y nombres, tiene paisajes, tiene manifestaciones culturales e historia. De modo que si se ha de amar a Honduras, habrá que amar a su gente, a sus paisajes, a sus manifestaciones culturales, a su historia.

Entonces, ese publicitado amor, tendría que mostrarse en la búsqueda del bien objetivo de, por lo menos, lo que he enumerado antes, aunque eso conlleve la renuncia, el sacrificio de los intereses particulares de personas o grupos y trabajar por el verdadero bienestar nacional.

En septiembre, acostumbramos llenarnos la boca con declaraciones de encendido amor patrio. Queda por ver si eso coincide con el verdadero amor o no es más que discurso vacío.