25/04/2024
09:49 AM

Que se limpien bien la boca

Roger Martínez

Luego de una campaña política abundante en insultos y escasa en propuestas, pronto deberemos cumplir con el deber patriótico de escoger a los hombres y mujeres que, en principio, tendrán la obligación de guiarnos hacia un futuro promisorio; no obstante lo sombrío que luzcan los panoramas nacional e internacional.

A lo largo de estas últimas semanas, aunque no se logró llegar a un debate público entre los candidatos, como a muchos nos habría gustado, los medios de comunicación y las redes sociales han transmitido algunos de sus planteamientos que, en su conjunto, poseen algún trasfondo ético que habría que considerar. Se ha hablado de respeto a la vida humana, de honradez, de integridad, de transparencia, de dejar de robar y de gobernar con honestidad.

Por lo anterior, habría que examinar detenidamente la conducta de cada uno de los aspirantes a cada uno de los cargos de elección popular, para realmente conocer si lo que se afirma en la propaganda es real, sincero, o es puro ruido sin sustancia.

En este país todos nos conocemos; de modo que es difícil que se nos tome el pelo o se nos engañe. Sobre todo aquellos personajes públicos que se mueven, o se han movido, en el escenario político nacional, en algún momento ya han dado muestras de la rectitud o falta de rectitud de sus intenciones, no solo con sus palabras sino, también, con sus hechos. De modo que, en estas elecciones, el que vota por un ladrón o un sinvergüenza lo hace con clara conciencia de que, con su voto, está promoviendo y apoyando las conductas antipatrióticas, el latrocinio y la sinvergüenzada.

Lo que choca, lo que molesta, es que gente que ha hecho de la política su fuente de ingresos, su manera de enriquecerse y de beneficiar a su círculo familiar y de poder, continúe mostrando un repugnante cinismo y que hable de moral o de conducta ética sin que haya una mínima correspondencia entre su comportamiento y esos conceptos.

Lo que choca, lo que molesta, es la incoherencia. Hay personas que han envejecido en el Congreso de la República y no parecen entender que, en buena parte, el país está como está justamente por ellos, y que hay que ser muy caradura para presentarse de nuevo a buscar el favor del electorado.

De cinismo, de hipocresía, de segundas intenciones, de componendas, de arreglos bajo la mesa, los hondureños estamos hartos. Así que, esos que se llevan la boca para hablar de amor por la patria o de honestidad, trabajo honrado y transparencia, deben limpiarse bien la boca antes de hablar de asuntos que desconocen, puesto que sus hechos no lo han demostrado.